Siempre creí que la flor nacional de nuestro país era, por simple lógica, la “trinitaria”, por llevar el nombre de la sociedad secreta que aglutinó a los dominicanos para constituirse en una nación independiente, así como por su bello colorido que ha servido de inspiración a no pocos artistas del pincel.
Después me enteré de que ese privilegio correspondía a la flor de la caoba, y si mal no recuerdo, hasta se hicieron emisiones de sellos postales o estampillas mostrando y enalteciendo la referida florecilla.
Pero, como si se tratara de un funcionario público acusado de corrupción, la pobre flor de la caoba ha sido destituida y reemplazada por una desconocida llamada Rosa de Bayahíbe, mediante una ley del Congreso numerada con el 146-11.
Como si fuera poco y para que nadie alegue ignorancia, el Banco Central está anunciando una inminente emisión de papeletas con un nuevo diseño que incluye un dibujo de la usurpadora intrusa de Bayahíbe.
Para colmo, la tal Rosa está en amenaza de extinción, lo que significa que, si su desaparición definitiva llega a consumarse, nos quedaremos sin pito y sin flauta, huérfanos de una flor nacional que nos represente dignamente como lo hacían la digna flor de la caoba o la representativa trinitaria.