Recientemente el salsero puertorriqueño Marc Anthony donó 200 mil dólares a un orfanato en La Romana, ante periodistas nacionales y extranjeros.
Al día siguiente en todos los medios locales destacaban en primer plano la imagen del salsero dadivoso y algunos de sus invitados especiales, como Romeo y otros que no vinieron por solidaridad con los niños, sino con el ex de JLo.
Me acordé de ciertos políticos que, muy amables, reparten salami y pollos en tiempo de campaña.
Es innegable que hay personas generosas que se sienten bien cuando tienen la oportunidad de compartir parte de su fortuna con los más pobres, y eso no está nada mal.
Pero en muchos casos eso es puro cuento; al menos en Estados Unidos y Europa, la mayoría lo hace para evadir el pago de impuesto. Solo en EE. UU. cada año se registran donaciones por unos 200,000 millones de dólares.
El quid del asunto podría estar en que, como dice Pilar Blázquez, del blog Financial Red, “si quien hace la donación es una persona física, podría deducirse hasta el 25% de la cantidad donada, con un límite del 10% de la base liquidable del contribuyente”.
Si la donación se hace a través de una persona jurídica el límite está en el 35% de la base de la deducción y esta no podrá superar el 10% de la base imponible del período impositivo del impuesto de sociedades, pero las cantidades que excedan dicho límite se podrán aplicar a la deducción en los períodos impositivos que concluyan en los diez años inmediatos y sucesivos.
“Esto es un incentivo más que notable para hacer una buena acción al tiempo que esquiva al fisco que duele mucho más”, dice Blázquez.
No tengo por qué dudar de la generosidad de Marc Anthony, pero me pregunto si lo hace por ayudar a los niños huérfanos o por ayudar a su bolsillo y a su propia imagen.
No son muchos, pero aquí hay empresarios y deportistas afortunados que hacen donaciones a instituciones sin fines de lucro y en lugar de hacer bulla, procuran por todos los medios que eso no se sepa.
También hay algunos infelices que le donan una silla de ruedas a un minusválido y luego envían varias notas de prensa destacando su “sensibilidad social”.
¿Acaso es este el caso de Marc Anthony y su socio colombiano en la Fundación Maestro Cares?