El caso de César “el Abusador” ha puesto de manifiesto una realidad que yo mismo me negaba a creer: la República Dominicana es un narco Estado, donde el crimen organizado está asociado a las estructuras de gobierno, teniendo como socios a las instituciones que deberían perseguirlo.
¿Cómo una persona puede vivir veinte años como un fantasma, haciendo y deshaciendo sin que nada le pase? No fueron uno ni dos los escándalos en los que estuvo involucrado. No fueron una ni dos las personas que lo denunciaron públicamente.
Pero hasta que el gobierno de los Estamos Unidos no puso sus ojos sobre él, fue como si no existiera.
Pero les diré una cosa, César Emilio Peralta no es el problema, es más bien el producto del sistema de corrupción e impunidad que impera en nuestro país. Florián Félix, Quirino, Figueroa Agosto, etc., etc., etc. Cuando cae uno, surge otro. La fiebre no está en la sábana.
Ya César llegó a donde iba, ahora su capacidad de “colaborar” determinará el tiempo que estará guardado. Su suerte no depende de nosotros. Lo que sí podemos hacer, y debemos hacer, es reclamar que se esclarezcan los vínculos que el crimen organizado tiene con el Gobierno.
No podemos seguir sosteniendo un sistema de gobierno que nos obliga a vivir con miedo, que se asocia con el crimen y promueve antivalores en el seno de nuestra juventud.
Me duele ver en lo que han convertido al país que fundaron Duarte y Los Trinitarios, que rescataron Luperón y Los Restauradores, que defendieron Caamaño y los constitucionalistas.
Que este caso sirva para ver lo bajo que hemos caído, para entender la importancia de un cambio urgente, y sobre todo, para darnos las fuerzas y el coraje para hacer de ese cambio una realidad.