“No hay un camino a la felicidad: la felicidad es el camino”, decía Buda Gautama. Esta es la misma idea de disfrutar el trayecto hacia eso que construimos.

Si no aprendemos a disfrutar los pequeños detalles tampoco podremos disfrutar de los grandes logros.

El filósofo Platón dijo: “El hombre que hace que todo lo que lleve a la felicidad dependa de él mismo, ya no de los demás, ha adoptado el mejor plan para vivir feliz”. Una manera más de hacernos responsables de nuestro propio bienestar.

Al hablar de hacernos responsables de nuestra propia felicidad no implica egoísmo o ventaja sobre otros; es más bien conocimiento personal, sueños e ilusiones de ser o lograr un crecimiento que una vez logrado también trae alegría a otros.

Ser feliz significa autorrealizarse, alcanzar las metas propias de un ser humano. El filósofo Aristóteles sostenía que todos los hombres persiguen la felicidad. Unos son felices ganando dinero; otros, recibiendo honores, y otros viajando. Cada cual posee el secreto de su propia felicidad. Pero para eso hay que conocerse bien a uno mismo y saber qué se quiere.

“Las grandes bendiciones de la humanidad están dentro de nosotros y a nuestro alcance. El sabio se contenta con su suerte, sea cual sea, sin desear lo que no tiene” según Séneca.
Hoy te toca a ti detenerte a pensar en tu propia fórmula de la felicidad.

Busca en esos pequeños detalles que te hacen reir, reintegrados a tu cotidianidad. Recupera esos sueños que te animaban, retoma aquellos que te siguen emocionando. Eso puede ser clave para tu propia felicidad.
Encuéntrate contigo mismo.