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“La felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación”, dijo el filósofo alemán Inmanuel Kant. Hacer de la vida una felicidad, aun con el manojo de problemas que todos solemos tener, resultará un ejercicio importante porque en la cotidianidad, los hábitos hacen más que las máximas, convirtiéndose en algo viviente, dinámico, como realidades concretas bien articuladas por las personas inteligentes y serviciales para conducir los pueblos al bienestar colectivo que es, en esencia, la felicidad.