Aunque nos resistamos a aceptarlo, la perfección está lejos de ser una realidad en nuestras vidas. No somos perfectos ni estamos rodeados de cosas o personas perfectas.
Como humanos, cometemos errores, conscientes o inconscientes, pequeños o grandes, que pueden lastimar a otros porque no somos inmunes al dolor, decepciones y miedos.
Lo que sí he entendido con los años que es importante aceptar y tratar de perdonar lo más que se pueda. Sí, sé que no es fácil, pero la práctica de estas dos acciones (aceptar y perdonar) nos ayudan más a nosotros que a los demás. Nos permite vivir en armonía, mantiene saludable nuestro corazón y nos permite poner en perspectiva lo que realmente importa.
A pesar de nuestras diferencias con las demás personas, en especial con nuestros seres queridos, las relaciones se fortalecen en las diferencias si logramos escuchar, analizar, hablar, aceptar, decidir avanzar y perdonarnos los unos a los otros.
Hay vínculos que pueden llegar a romperse por la decisión de uno o de ambas partes de no aceptar o dar una disculpa.
Y es que cuando lastimamos o nos lastiman se nos dificulta procesar nuestra vulnerabilidad y levantamos muros que se van fortaleciendo con el tiempo y el dolor.
Esto empeora si, en la creencia de tener la razón, dejamos de escuchar y valorar lo que los demás nos quieren decir y entender que no somos perfectos y todos podemos equivocarnos.
A los carajos de mi vida siempre les he enseñado que “la familia es primero” y que, sin importar las diferencias que podamos tener, la familia es para siempre y no es perfecta. Y con esta enseñanza vienen reglas básicas de covivencia y aceptación que se basan en la comunicación.
A ellos, les he dicho que aprendan a escuchar, respirar y ponerse en los zapatos del otro, ya sean sus hermanos, familiares y amigos, para tratar de entender el por qué de sus acciones. A veces, con solo sentarnos en la calma y hablar, poniendo a un lado nuestro ego y orgullo, podemos evitar una ruptura que lastimaría a ambas partes y los que les rodean.
Recordemos que lo importante es nunca perder la conexión con los que más amamos. Vamos a darnos el permiso de perdonar.