Tener en las manos, apreciar y compenetrarse con la lectura de “Un siglo compartido”, un hermoso libro de las memorias de la Familia Corripio, resulta en una experiencia definitivamente fascinante.
El solemne mensaje de este maravilloso volumen es el cálido y vivo agradecimiento de una familia que escogió la República Dominicana como lugar de destino tras una larga travesía desde el viejo continente.
Es la memoria de cómo sus miembros, encabezados en la actualidad por José (Pepín) Corripio, han tratado de corresponder al pueblo dominicano por haberle ofrecido un hogar, así como un ámbito adecuado para que sus afanes y esfuerzos culminaran con el éxito que todos conocemos.
Este texto es en sí mismo un homenaje: maravillosamente impreso, a todo color, escrito de manera impecable e ilustrado por decenas de fotografías que vienen a ser el mejor testimonio de la positiva incidencia entre nosotros de una de las familias fundamentales de nuestro entramado social.
Su contenido es aleccionador: la dedicatoria se orienta a cien instituciones y personas de las que el mismo señor Corripio expresa que su proceder debe servirnos como una gran enseñanza. “Aprendamos de estas instituciones y personas que hoy reconocemos.
Encontremos las enseñanzas de estas 100 obras trascendentes en este siglo de historia” que comprende los años transcurridos desde el 1907 a 2017.
Estas sociedades se encuentran inscritas en todas las regiones del país. Desde la Fundación de Corazón a Corazón de La Altagracia, hasta la fundación Hospital general El Buen Samaritano, de La Romana, en el este del país.
Desde el Leprocomio Nuestra Señora de las Mercedes en San Cristóbal, hasta el grupo Jaragua de Pedernales, en el sur. Desde la Solidaridad Fronteriza en Dajabón hasta la Agencia de Desarrollo Económico en la región Noroeste. Desde el Plan Sierra hasta la Fundación Hermanas Mirabal, en la región Norte para solo citar unas pocas.
En el Gran Santo Domingo, también entre muchas otras, figuran sociedades que disfrutan de un gran reconocimiento público, como la Fundación Cruz Jiminián, el Hogar Crea Dominicano, el Instituto Duartiano y la Asociación Dominicana de Rehabilitación.
Pepín Corripio, al saludar a estas cien entidades en un acto celebrado en el Teatro Nacional, narró que “hace cien años, mi tío Ramón Corripio, y poco tiempo después mi padre, Manuel, cruzaron el océano de lo incierto, rumbo a esta bendita tierra, en busca de una mejor vida para ellos y para su familias”.
Su historia, dijo, “es la historia de los sueños, de los anhelos, de la esperanza que lleva dentro de sí todo ser humano cuando se marcha de su terruño, para poder brindar un mejor futuro a su gente”.
“El dominicano abre su corazón como muy pocas personas saben hacerlo. Es un pueblo noble, solidario y digno que entiende el sufrimiento ajeno y lo hace suyo. Por esta razón, muchos ciudadanos de origen extranjero podemos decir con orgullo que somos dominicanos, porque este país nos hizo suyos. Nos abrió las puertas y nos permitió trabajar y crecer y ver crecer a nuestros hijos, nietos y biznietos”.
“Más que celebrar 100 años de nuestra llegada al país, quisimos celebrar un siglo compartido de sueños, de ilusiones, de anhelos y esperanzas.
Y qué mejor manera que enalteciendo los principios y valores del pueblo dominicano, esos que le han permitido levantarse después de haber caído” manifestó.
“No hemos encontrado una mejor forma de hacerlo que reconociendo y celebrando el trabajo constante que vienen realizando 100 instituciones y personas en las 32 provincias del país, y que tan solo constituyen una muestra representativa del trabajo que hacen cientos de organizaciones en todo el territorio nacional; un trabajo que nos hace ver y creer en que un mejor país es posible a través del sacrificio, la entrega y la solidaridad”.