Luis Abinader creó la incertidumbre de si iba o no a la repostulación presidencial por su Partido, el Revolucionario Moderno (PRM), esto contiene dos lecturas, una la estrategia comunicacional y otra la estrategia en materia política.
De eso se trata, pues en la fauna política nuestra se juega al tiempo y sus circunstancias y aunque aparece de manera sorpresiva el anuncio de Abinader de que optará por una nueva repostulación presidencial, no es una sorpresa sobre su futuro político inmediato, sino una estrategia de comunicación pensada para un momento determinado después de varias ‘’consultas’’ a lo interno y externo del PRM.
Abinader fijó posición, partiendo de la narrativa del valor de la honestidad, su honestidad, no la del PRM y sus funcionarios, un legado que viene de su familia y en la práctica ha sido así.
Pero mientras el tiempo pasa, antes y después de su anuncio al país; las carreteras y autopistas en las diferentes regiones están llenas de vallas de movimientos internos y externos en apoyo a su precandidatura. Así mismo, funcionarios a todos los niveles le promueven en medios de comunicación, actos políticos y actos oficiales del gobierno.
En la entrevista realizada por el grupo Corripio, Abinader ha señalado: “Lo que espero es hacer una campaña decente, civilizada, que fortalezca la democracia dominicana, ese es nuestro deseo”. Sin embargo, no debe olvidar el primer mandatario que también la política se nutre de realidades y dentro de ese contexto los controles a lo interno del gobierno y su partido deben hilar fino para que el presupuesto del Estado no sea utilizado en su campaña y la de sus compañeros.
Ya el país ha vivido en ocasiones anteriores estas prácticas viejas de la señora democracia nuestra, que todo lo permite sin consecuencias puntuales de los que cometen estos actos.
Abinader y sus asesores tendrán que ser cautos para que su discurso no quede lejos de la praxis y no se conviertan en uno más de la montonera política.