La guerra de Ucrania está provocando una vuelta a los tiempos del cambio revolucionario en los métodos pedagógicos de enseñanza.
Si miramos atrás en la historia, eso mismo ocurrió en Europa después de la segunda gran Guerra, también en Rusia, durante la época, en que fue derrotado el fascismo y empezaba a surgir la democracia.
La escuela moderna es una concepción diferente de la organización del material escolar, es una técnica pedagógica que aprovecha las duras condiciones que no siempre están dadas y que se concentra en la vida de la comunidad.
Según los pedagogos y también los expertos consultados, la escuela popular no debe ampararse jamás en un método único, por excelente que sea, sino que debe ir al ritmo de la vida de la comunidad, porque allí es donde el escolar se prepara para la vida, sirve a la vida, y, sobre todo, donde satisface sus necesidades.
Debo decir aquí que los datos intelectuales de la Escuela del pueblo son engendrados por una convicción honesta y eficaz; por una visión sensible de la psicología y de la educación del trabajo, que alcanzó el nivel de la pedagogía experimental del trabajo durante los tiempos de Paulo Freire, Célestin Freinet, entre otros.
El trabajo socialmente organizado es la condición central de la escuela, lo que suscita y orienta el pensamiento, lo que justifica el comportamiento individual y social del escolar.
El trabajo en la escuela, interconectado con la escuela, es el motor esencial del progreso de la dignidad, del símbolo de la paz, de la fraternidad, y de toda la comunidad escolar.
Al reconocer que, desde el MINERD, bajo el liderazgo de su ministro y su viceministro de Evaluación de la Calidad, se enarbola una nueva gama de valores escolares, se advierte que la escuela tiene que ser activa, en la medida en la que las primeras clases parecieran utópicas, y porque la escuela –sobre todo–, en el siglo XX, no respetaba estos principios generadores de formar una nueva sociedad.
Todo esto es muy importante. ¿Qué queremos obtener de nuestros niños? El niño debe construir su propia personalidad con nuestra ayuda. Y la escuela de hoy, será la escuela del trabajo de mañana. Necesitamos un nuevo humano del siglo XXI, que definitivamente saldrá de la escuela moderna que debemos construir. Una escuela así debe ser racional, disciplinada y, sobre todo, centrada en la potencialidad del niño.
Al pasar revista a los proyectos programados desde el MINERD, siento que empiezan a darse una ojeada a la práctica escolar moderna: con la creación de cooperativas, huertos escolares, cátedras ciudadanas, escuelas saludables, proyecto de historia de mi escuela, donde habrá talleres de periódicos murales, guionistas, libros de vida de maestros ilustres en esas escuelas auténticas, que hasta hoy son muy pocas la que sobreviven. Y los nuevos planes del programa PREPARA, para jóvenes y adultos, que estudian en la tanda nocturna.
En fin, hay una nueva experiencia en las escuelas; ello nos obliga a ser más humildes, pero también a apreciar más las ineficiencias y las debilidades para tener conciencia de los vacíos que tenemos que llenar.