La escolaridad perdida

La escolaridad perdida

La escolaridad perdida

Frederich E. Bergés

La materia prima para todo proceso de desarrollo humano es la educación. Mediante los procesos de aprendizaje adquirimos conocimientos y destrezas que nos permiten funcionar adecuadamente en nuestro medio social.

Y con ello podemos hacernos de las herramientas con los cuales avanzar en la superación económica y social. Nos referimos a mejores estadios de salud, alimentación, seguridad y progreso.

Esta reflexión viene al caso debido al estancamiento en nuestro país de la educación básica, primaria y secundaria. Hasta hace pocos años, se creía que el principal escollo por el poco avance de la educación radicaba en su falta de recursos financieros.

Con más recursos se esperaban mejorías en la calidad de los maestros, infraestructuras adecuadas y dotar a los estudiantes de las herramientas indispensables para facilitar sus procesos de aprendizaje. Con el logro del 4 % del producto interno bruto (PIB) para el presupuesto de Educación, se pensó que íbamos a superar estos escollos.

La realidad ha mostrado que lejos de encaminarnos hacia progresos, se puede decir de forma benigna que el resultado es la continuidad de un estancamiento. Salvo las mejoras continuas en los salarios de los maestros, que ahora recibirán un nuevo aumento del 10 %, y la construcción de controvertidas escuelas, poco más se ha logrado.

Cierto es que la pandemia del Covid desarticuló los últimos dos años escolares, pero también es cierto que poco o nada se ha hecho en áreas remediables para que exista una real recuperación del tiempo perdido y el pobre aprendizaje acontecido en ese periodo.

Esto, a su vez, se ha acompañado por un profesorado cada vez menos capacitado, evidenciado por las pruebas de admisión para nuevos maestros.

El tiempo corre y si no se instauran rápidamente programas que eleven la calidad y formación de los maestros, junto a esfuerzos reales por recuperar el tiempo y esfuerzos perdidos por pandemia, pronto nuestras universidades se habrán de convertir en escuelas de terminación de bachilleres, y quedarnos con una generación de escolaridad perdida.