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La deuda externa y sus umbrales, un análisis necesario

No existe un tema más “mortificante” que la deuda, tanto a nivel personal como a nivel de Estado. Hablar de ella divide opiniones, personas, grupos variados, gremios, familias, partidos políticos, hogares, iglesias y a toda la sociedad en su conjunto, en sus diferentes y variadas manifestaciones o composiciones sociales y personales.

Pero, a niveles de estudios de instituciones internacionales de gran reputación y autoridad, o de las universidades más prestigiosas de EE. UU., con investigadores de primera línea sobre el tema, creo que mediante informaciones y estudios podemos formarnos una mejor opinión para entender este espinoso asunto.

Para los estudiosos de la ciencia económica, todavía no nos hemos puesto de acuerdo sobre cuál es el umbral a partir del cual la relación deuda/PIB compromete fundamentalmente el crecimiento económico a corto, mediano y largo plazo de una nación. La nuestra ronda el 60 % del PIB (US$75,459.70 millones / US$124,300 millones con corte hasta agosto de 2025). Pero ojo: el PIB de 2025 aún no lo tenemos. Estamos en una relación dinámica.

Según las múltiples y variadas metodologías de las instituciones que evalúan la temática, “existen niveles considerados como límites críticos para la sostenibilidad de la deuda, tanto en países en desarrollo como en aquellos con diferentes capacidades económicas”.

Para el Banco Mundial y el FMI, según el International Debt Report, una deuda externa que supera el 90 % del PIB puede comenzar a afectar negativamente el crecimiento económico, especialmente en países vulnerables.

El informe continúa señalando que, “en términos de deuda total (pública y privada), un nivel por encima del 70 % a 80 % del PIB se considera un umbral de riesgo, dependiendo de las capacidades macroeconómicas del país”.

En conclusión, los umbrales internacionales (según opiniones de estudiosos en ambos organismos multilaterales) que suelen considerarse peligrosos o de riesgo son:

  1. 90 % del PIB para la deuda total o externa.
  2. 50 % del PIB para la deuda a largo plazo en países vulnerables.
  3. 150 % de las exportaciones en relación con la deuda.

Estos valores sirven como referencia para evaluar la sostenibilidad y la vulnerabilidad de los países frente a su deuda externa y total.

Hoy día, la crítica más aguda se centra en si el endeudamiento está por encima de un nivel que perjudica nuestro crecimiento algo que se hace patente cuando el pago de intereses a vencimiento de un año es superior a las inversiones públicas de ese período y si, por tanto, debería ser prioritario reducir la deuda por debajo de ese nivel.

No existe consenso al respecto entre investigadores como, por ejemplo, Reinhart y Rogoff (2010) (Growth in a Time of Debt, National Bureau of Economic Research).

Ellos mismos, en 2012, se refirieron a su influyente pero luego controvertido trabajo que analizaba la relación entre deuda pública y crecimiento económico, sugiriendo un punto de inflexión crítico en el 90 % del PIB, donde el crecimiento se desaceleraba bruscamente. Sostuvieron que existe un efecto umbral cuando la deuda en economías desarrolladas supera el 90 % del PIB en nuestro caso ronda el 60 %, ya que las tasas de crecimiento se deterioran drásticamente.

Otros economistas refutan esa idea y sostienen que no existe un nivel claro, argumentando que es el incremento de la deuda la consecuencia del bajo crecimiento, y no a la inversa (Panizza y Presbítero, 2012; Hendon, Ash y Pollin, 2013).

Si analizamos ambas posiciones bajo un nuevo enfoque, se encuentran pocas evidencias de que exista un coeficiente de endeudamiento específico por encima del cual el crecimiento caiga de forma estrepitosa.

Veamos un nuevo enfoque. “Si se utiliza la base de datos del FMI sobre la relación deuda pública/PIB, los pagos de intereses y los déficits primarios, que abarcan la casi totalidad de los 189 países miembros del organismo para muchos de ellos desde 1875 hasta 2011 y nos centramos en 34 economías desarrolladas tomando en cuenta que se dispone de datos suplementarios, vemos que, en promedio, la relación deuda/PIB en esos 34 países fue de 55 %, en tanto que el promedio de la tasa de crecimiento real per cápita fue del 2.25 % anual.

Ese estudio abarcó las dos guerras mundiales y la Gran Depresión del 29, por lo que comprende una rica experiencia histórica, así como circunstancias muy especiales que se deben tomar en cuenta al analizar los resultados”.
Fuente: Andrea Pescatori y Damiano Sandri (2014), FMI.

En un estudio más profundo de todos los episodios en que la deuda pública bruta sobrepasó ciertos umbrales, se observó el crecimiento real del PIB per cápita entre uno, cinco, diez y quince años después.

A diferencia de los estudios de Reinhart y Rogoff (2010), donde se tomó en cuenta no solo el corto plazo sino también la relación a mediano y largo plazo entre la razón deuda/PIB y el crecimiento posterior del PIB, se encontró que analizar perspectivas de más largo plazo permite mitigar los posibles efectos de recesiones temporales o aumentos repentinos del crecimiento en la relación entre deuda y crecimiento.

Posteriormente, Reinhart y Rogoff (2012) utilizaron una metodología de largo plazo, pero el nuevo enfoque (Pescatori y Sandri) difiere de ellos en dos aspectos:

  1. Se consideraron diversos topes, no solo el 90 %.
  2. Se analizó el crecimiento a lo largo de un período, independientemente de la evolución de la deuda.

En este estudio se incluyeron países que lograron reducir su deuda después de superar determinados topes (casos de éxito) y países que no pudieron hacerlo (fracasos). Se eligió un período largo (15 años) porque la reducción de la deuda suele ser un proceso prolongado; aun así, los resultados fueron similares utilizando un período de 10 años.

Si analizamos este estudio, en el corto plazo como lo hicieron Reinhart y Rogoff vemos que la tasa de crecimiento del PIB real per cápita al año siguiente es baja después de que la relación deuda/PIB supera el tope especificado. En otras palabras, se comprobó que el crecimiento del PIB es significativamente bajo el año después de que la relación deuda/PIB supera el 90 %.

Esto crea un ambiente de tensión, ya que una reducción sustancial del crecimiento debido al aumento de la deuda pública más allá del 90 % podría estar impulsada por otros factores que reducen el PIB y la recaudación tributaria, lo cual a su vez incrementa la deuda.

Consideremos ahora las perspectivas a largo plazo. La evolución del crecimiento con horizontes de 5, 10 y 15 años, comparada con la de un año, se ve menos afectada por el aumento de la deuda como es nuestro caso, y se observa que el aumento de la deuda a 5 años no se afecta significativamente, y mucho menos a 10 y 15 años.

Pero es importante destacar que, si bien un mayor nivel de deuda está asociado a un menor crecimiento, no se observa un umbral específico a partir del cual el crecimiento se deteriore sensiblemente. Además, aunque el coeficiente de endeudamiento tiende a disminuir después de alcanzar niveles muy altos, el proceso es sumamente lento.

Hay que mantener una observación constante de la trayectoria de la deuda; esto es muy importante, ya que un endeudamiento elevado disminuye el crecimiento a largo plazo, digamos a 15 años.

“Las conclusiones de este estudio sugieren que el nivel de la deuda por sí solo es insuficiente para explicar el potencial de crecimiento de una economía. Pero también sugieren que los países que han reducido sus déficits presupuestarios (evidenciado en un nivel de deuda decreciente) tienen buenas posibilidades de crecimiento futuro pese a tener altos niveles de deuda”.

Fuente: Andrea Pescatori y Damiano Sandri (2014), FMI, publicación en F&D, junio 2014.

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Economista y contador público, egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) con maestrías en Administración Pública (PUCMM), Manejo Sostenible del Agua (PUCMM), Contabilidad Tributaria (UASD) y Riesgo de Desastres y Gobernanza del Cambio Climático (Universidad Alfonso X el Sa...

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