El dramaturgo griego Aristófanes dijo que “la desconfianza es la madre de la seguridad”. La desconfianza representa un arma de doble filo, porque si bien es cierto que te permite estar alerta para evitar ser víctima de las consecuencias de la inseguridad, también se constituye en una amenaza para nuestra felicidad.
La persona desconfiada necesita estar en constante alerta para no ser engañado por todos aquellos que él interpreta como amenazantes.