La descomposición llegó a la escuela

La descomposición llegó a la escuela

La descomposición llegó a la escuela

Rafael Chaljub Mejìa

La escuela, la fragua aquella en la cual han de forjarse siempre los hombres y mujeres del futuro, va cuesta abajo y en franco proceso de descomposición. Un reciente informe de la Dirección de Orientación y Psicología del Ministerio de Educación así lo confirma. Es para alarmarse.

Ya otros se hayan hecho eco del escandaloso cuadro descrito en ese informe y, como según Martí, la maldad no se cura sino con decirla, aquí repito algunas de las cifras del informe que ilustran el desastre.

En lo que va de año escolar se han registrado en las aulas 1,154 estudiantes embarazadas; 112 de ellas víctimas de violaciones y 28 embarazos productos del incesto, es decir, embarazadas por padres, hermanos o parientes cercanos. 3,414 alumnos están envueltos en uniones tempranas, 3,105 son madres, 1,158 padres.

Crece la violencia en los planteles. Esos recintos sagrados a los que debe irse a aprender, a cultivar la inteligencia, los buenos modales y valores, se convierten peligrosamente en campos de batalla y escenarios de violencia. 20,120 conflictos violentos entre estudiantes, 1,724 incidentes en los que se enfrentan alumnos y maestros, 297 entre estudiantes y personal administrativo y de apoyo, y como algunos padres suelen apoyar las acciones de sus hijos, aunque tampoco falten los que protesten por los abusos, se han registrado 322 conflictos entre profesores y familiares de estudiantes.

Una docente habló para un periódico, desde el anonimato, de los artefactos del vicio y la depravación que llevan sus discípulos al plantel. No traen la hooka porque es muy grande, confesó la maestra.

En las redes sociales se ha visto a estudiantes yéndose a las manos, y a veces blandiendo armas cortantes, en peleas con sus profesores. Hace poco vimos a una maestra sin concepto de su magisterio, enfrascada en una competencia de baile indecente con una muchacha uniformada.

La descomposición moral de la sociedad, los malos hábitos y los vicios que se transmiten por muchos medios, las depravaciones a las que incitan ciertas formas supuestamente musicales y artísticas, la imitación de modelos de la obscenidad que a veces son premiados y aplaudidos hasta por los propios padres de los alumnos, y cosas peores, crecen en la escuela, con la agravante de que el hogar, que es por donde debiera empezar la prevención y la cura de estos males, también se descompone. Esperemos que el hogar, la autoridad y los maestros nos salven del abismo.



Rafael Chaljub Mejía

Columnista de El Día. Dirigente político y escritor.