Por primera vez, un ciudadano americano presidirá el Banco Interamericano de Desarrollo(BID). Desde la creación del BID en 1959, época del presidente Americano Dwight D. Eisenhower , el cargo estuvo reservado, de manera implícita, a un ciudadano Latinoamericano o Caribeño.
Así como existe un acuerdo implícito para escoger un ciudadano americano para que ocupe el Banco Mundial; un europeo para el Fondo Monetario Internacional; un ciudadano de un País en Desarrollo para que ocupe la ONU, existía la misma regla en el BID para que su representante provenga de un país Latinoamericano o Caribeño.
Esta vez, se rompió la regla con la elección del ciudadano americano Mauricio Claver-Carone . El voto fué secreto y 30 de los 48 países miembros votáron a favor del candidato propuesto por el Presidente Donald Trump; y 23 de los 30 países que votaron por el ganador, son Iberoamericanos y caribeños. Sólo se abstuvieron los países de la Unión Europea, Chile, México, Perú, Trinidad y Tobago, Argentina. Según los resultados, todo indica que la República Dominicana votó a favor del candidato propuesto por el Presidente Trump.
Creo, personalmente, que con esa elección se debilita la representación de la Región en los Organismos de Cooperación y Financiamiento Multilateral. Pienso, además, que los EEUU con esta acción, estarían involucrando al BID en su guerra comercial con China. Al parecer, la política exterior dominicana ha tomado partido, abiertamente, a favor de los EEUU, convirtiéndose en una política exterior «bisagra» . Habrá que tener cuidado con esa visión.
En un contexto caracterizado por un enfrentamiento comercial, de dimensiones desconocidas, entre China y los EEUU, que hace recordar la trampa de tucídides referida a la guerra de 27 años entre Atenas y Esparta, que se desató debido al temor de Esparta por el ascenso de Atenas. Ahora, en pleno siglo XXI, lo que se vé es que China es la potencia en ascenso y los EEUU en declive.
En ese contexto, pienso que la mejor política exterior dominicana debe enfocarse en un tipo de diplomácia «proactiva» y más horizontal con el mundo, vinculada a bloques regionales, con cierta equidistancia a conflictos globales que pudiéran afectar objetivos económicos y geopolíticos que el país se trazara.