La democratización del Estado dominicano debe superar el hecho de solo ejercer el voto electoral cada cuatro años. En cualquier país que se respete la voluntad ciudadana y lo que creen sus mayorías y minorías se crean las condiciones para la participación de la gente en los grandes temas nacionales.
Cuando se tienen proyectos integrales a diferentes escalas, se debe contar con el ciudadano en materia de salud, educación, medio ambiente, justicia… pero ésta tarea que es también un elemento de profundidad debe contar con la firme decisión política de nuestros gobernantes para implementar cohesión social.
Pero la práctica de conducción de nuestro Estado durante muchos años queda lejos ante la integralidad y socialización de temas donde la población pueda participar más allá del proceso electoral.
También la creciente desconfianza en los políticos y las instituciones ha generado cierta anomia social, donde el gobierno impone lo que quiere sin consultar sus gobernados; por consiguiente es un desafío que debe enmarcar un cambio democrático.
En la democracia nuestra, al ser representativa a través del congreso nacional y sus cámaras, la participación de los diferentes sectores, dígase sindicales, políticos, religiosos, y las propias comunidades, su representatividad queda corta; donde se supone lo público es mucho más amplio que los sectores privados, quienes se nutren con mayor facilidad del Estado y sus instituciones.
La propia constitución nuestra habla en su preámbulo de democracia y de la inspiración de nuestros héroes y heroínas, pero en la práctica esto es solo un enunciado.
En la realidad dominicana el concepto de democracia no satisface el desarrollo y las expectativas de bienestar.
Es el mismo Estado que está creando un ser individual donde lo colectivo no importa, y el ejercicio de los mecanismos y la toma de decisiones no se convierten en acciones directas.
La aspiración de democracia debe darse con el fortalecimiento de ésta y la participación del ciudadano, cuando éste último muestre mejores condiciones de vida. Por lo tanto la democracia no es para ayudar a los pobres, sino para eliminar la pobreza.