En momentos en que la mayoría de las monedas de los países de américa latina y el caribe presentan procesos continuos de devaluación, el peso dominicano ha tenido una revaluación, esto es, fortalecido en relación de intercambio con el dólar norteamericano.
A los que me preguntan cómo esto ha sido posible, les respondo que básicamente ha sido gracias a la acumulación histórica de reservas en monedas duras que ha realizado nuestro Banco Central.
Para darles una idea de la magnitud de nuestras reservas internacionales netas (RIN) basta observar que a febrero del presente año las mismas han alcanzado los USD$14,500 millones.
Dicha suma contrasta con el nivel de estas a febrero del 2020 cuando registraron unos USD$9,850, representando dicho monto un aumento del 47 %.
Y este nivel de reservas ha sido posible gracias al incremento de las remesas familiares que en febrero del 2022 alcanzaron USD$750 millones, en relación con los USD$600 millones registrados en febrero del 2020 para un aumento del 20 % mensual, marcando la tendencia de incremento que se ha experimentado en los últimos años.
Otro factor son nuestras exportaciones, incluyendo las zonas francas, que en el año 2021 superaron los USD$12,400 millones, cifra muy superior a la registrada en el 2020, que fueron USD$10,301. Un aumento del 22.7 % de un año con relación a otro.
Pero no vayamos a creer que no hay posibilidades de que esta situación de revaluación cambie pronto. El creciente nivel de importaciones que el año pasado registraron USD$24,100 millones superaron en un 41% el nivel del 2020, que fue de $17,100 millones. Agreguemos que el monto de la deuda pública aumentó un 32 % entre la cifra del 2019 de USD$44,900 millones y la del 2021, que fue de USD$59,200 millones.
La defensa del peso es una labor titánica si consideramos los acontecimientos que afectan en la actualidad la economía global y las conveniencias de un reajuste cambiario para el turismo, las exportaciones, y poder frenar el nivel de importaciones.
Sin embargo, no dejemos que esas conveniencias nos arrastren a un sobreajuste, cuyos resultados serían mayor inflación, y por ende aumento de precios.