La corrupción corroe nuestros cimientos

La corrupción corroe nuestros cimientos

La corrupción corroe nuestros cimientos

En República Dominicana el avance de la corrupción ha sido tan rápido e incontrolable, tanto en la administración pública como en el sector privado, los poderes del Estado y el resto de la sociedad, que ha corroído en ese mismo nivel los valores más preciados de la dominicanidad.

De los pies a la cabeza, de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, todo está marcado por la corrupción. Por esta razón las leyes no se cumplen, la Justicia no asume su deber y el Ministerio Público está al servicio del crimen y el delito, así como de quien pague más.

La corrupción se ha llevado de paro la moral hostosiana, la gran capacidad hospitalaria que nos distinguía de otras naciones, porque ya ni guardias ni policías, maestros ni médicos, constructores ni obreros, menos aún, en el ejercicio profesional, prima la deontología, porque quien la predica se convierte en tonto y corre el riesgo de jamás conseguir dinero.

Los políticos corruptos, los narcotraficantes, los estafadores y timadores del Estado no tienen miedo, debido a que para ellos no hay Justicia que los condene ni cárcel que los soporte, porque la impunidad es su manto y en este país está blindada.

Sin una Administración Pública eficiente, moral y racional; sin un Congreso que legisle para la población y no para los partidos que representan; sin un Poder Judicial y sin cuerpos militares que sientan el calor de la identidad y valoren los símbolos patrios, no tendremos jamás una verdadera nacionalidad.

Todo extranjero que llega al territorio se burla de cómo somos y de la poca importancia que prestamos al valor de la nación y, por esa razón, nos saquean, nos engañan y, al final, se llevan lo poco bueno que tenemos.

No habrá jamás desarrollo si no distribuimos equilibradamente las riquezas y seguiremos siendo una nación cenicienta y endeudada hasta la coronilla, para mantener en alto la corrupción.

Es tiempo de que surjan movimientos genuinos contra los corruptos, exentos de politiqueros que quieran lo mismo, sino al amparo de una población que tiene sed de paz, de moral y de justicia.
Está bueno ya.



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