Santo Domingo.- Por más avances tecnológicos, equipos de última generación o procedimientos de alta complejidad que existan en un hospital, la buena medicina coinciden expertos no se mide solo por instrumentos o protocolos, sino por el trato humano con el que se atiende a las personas.
La humanización de los servicios de salud ha dejado de ser un concepto abstracto para convertirse en una necesidad urgente dentro de los sistemas de salud.
José Joaquín Puello, presidente de la Ciudad Sanitaria Luis Eduardo Aybar; la doctora Glendis Ozuna Feliciano, directora del Centro de Educación Médica de Amistad Dominico-Japonesa (CEMADOJA); y Kota Sakaguchi, representante residente de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) en la República Dominicana, explicaron al Periódico El Día sobre los desafíos en de República Dominicana en esta materia.
Tres miradas distintas la clínica, la formativa y la cooperación internacional que confluyen en una misma idea: sin compasión, empatía y respeto por la dignidad humana, la medicina pierde su razón de ser.
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El paciente como protagonista
Para el doctor José Joaquín Puello, hablar de humanización no es un lujo ni una moda académica, sino la herramienta principal que debe tener un médico.
“El médico que no cree en la humanización y la compasión hacia el paciente no merece ejercer la medicina”, afirma el maestro de la medicina dominicana.

A su juicio, esa convicción debería ser el primer filtro para cualquier joven que aspire a ingresar a la carrera médica.
Puello advierte que, aunque el mundo ha cambiado y la presión económica influye cada vez más en las decisiones profesionales, los médicos no trabajan con objetos ni con cifras, sino con seres humanos.
“Frente a nosotros siempre hay una persona que viene buscando lo más importante que tiene, la salud. El que no entiende eso, no tiene absolutamente nada”, destaca.
Desde su experiencia de décadas en la práctica médica, insiste en que las escuelas de medicina deben asumir con mayor rigor el proceso de selección de los estudiantes.
“No todo el mundo puede estudiar medicina. El aspecto psicológico, los valores éticos y la moral pesan más que cualquier nota académica”, sostiene. En ese sentido, recuerda que el protagonista real de la carrera médica no es el profesional, sino el paciente.
La compasión cura
El neurocirujano destacó que la actitud del médico hacia el paciente constituye, en sí misma, una parte fundamental del tratamiento.

“Nosotros decimos que la actitud del médico es la mitad de la cura”, explica.
Según Puello, existen profesionales que logran sanar incluso antes de aplicar un procedimiento, simplemente a través de la humanidad, la escucha y la cercanía.
Esa relación, asegura, genera una especie de transferencia espiritual entre médico y paciente, especialmente en casos de enfermedades graves como tumores cerebrales, cáncer de pulmón o lesiones que ponen en riesgo la vida.
“El dolor de una enfermedad es angustiante, incluso cuando no es mortal. Imagínese cuando se trata de patologías que amenazan directamente la vida”, reflexiona.
Aunque reconoce el valor incuestionable de los libros, las conferencias, las especializaciones y la formación en el extranjero, Puello es enfático, sin compasión y humanización, todo ese conocimiento pierde impacto.
“Eso es lo que yo he hecho toda mi vida, pero sin humanidad, la medicina se queda incompleta”, afirma.
Vocación, sacrificio y realidad
El auge del debate sobre la humanización de los servicios de salud, según Puello, responde también a una realidad social marcada por el énfasis en los ingresos y el estatus económico.
“La medicina no es una profesión para hacerse rico. Es una profesión de vocación”, apuntó. Si bien reconoce que los médicos tienen familias y responsabilidades, advierte que quien no esté dispuesto a sacrificar parte de su comodidad personal debería optar por otra carrera.
En ese punto, recuerda que el ejercicio médico no tiene horarios estrictos.
“Ese título de doctor es para toda la vida, no de 8 de la mañana a 4 de la tarde. Es una responsabilidad permanente”, señala.
El cansancio, las guardias extensas y las emergencias nocturnas forman parte de una “guerra avisada” que los estudiantes conocen desde su formación.
Puello comparte incluso una experiencia personal, antes de ingresar a la escuela de medicina, su propio padre le advirtió sobre las exigencias de la carrera.
“Se lo agradezco toda la vida, porque sabía a lo que me iba a enfrentar”, recuerda. Para él, el compromiso con el paciente debe mantenerse incluso en los momentos de mayor agotamiento.
Humanización como cultura institucional
Desde el ámbito formativo, la doctora Glendis Ozuna Feliciano coincide en que el trato humanizado es clave no solo para los médicos, sino para todo el personal de salud. En CEMADOJA, explica, la humanización se concibe como una cultura institucional que inicia desde la puerta de entrada del centro.
“Desde seguridad hasta el área operativa, laboratorio, facturación y personal administrativo, todos reciben capacitación sobre cómo tratar al paciente y ponerse en su lugar”, detalla.

Para Ozuna, el paciente llega a un centro de salud cargado de una condición física y, muchas veces, emocional, por lo que un trato inadecuado solo agrava su situación.
La directora de CEMADOJA subraya que el clima laboral es un factor determinante. “Cuando se logra un ambiente de trabajo favorable entre el personal, todo fluye mejor y eso se refleja directamente en la atención al paciente”, explica.
El embellecimiento de los espacios, la jardinería y el entorno también forman parte de esa visión integral de la humanización.
Ozuna recuerda que cerca del 50 % de las enfermedades tienen un componente emocional.
“Muchas personas llegan con una carga emocional increíble. Si no se sienten escuchadas o valoradas, se sienten rechazadas”, advierte.
Por eso, aunque en algunos casos no sea posible ofrecer de inmediato el servicio que el paciente busca, un trato empático puede marcar la diferencia en su percepción y bienestar.
Cooperación internacional con enfoque humano
La experiencia internacional aporta otra dimensión al debate. Kota Sakaguchi, representante residente de la JICA en el país, explica que Japón coopera con República Dominicana en el sector salud desde 1964, acumulando más de seis décadas de trabajo conjunto.
Actualmente, la agencia ejecuta ocho proyectos importantes en el país, muchos de ellos enfocados no solo en infraestructura, sino en la capacitación del recurso humano.

Sakaguchi destaca que la humanización ha sido un eje transversal en los proyectos de JICA, tanto en República Dominicana como en otras regiones del mundo.
Toma como ejemplo, los programas de humanización del parto y nacimiento desarrollados en Brasil, que promovieron el derecho de las mujeres a tomar decisiones sobre su proceso de parto, rompiendo esquemas rígidos dominados exclusivamente por el personal médico.
“Humanizar no es imponer un modelo japonés, sino comprender la cultura local y crear soluciones conjuntas”, aclara.
En ese sentido, JICA apuesta por la co-creación de un modelo dominico-japonés, adaptado a la realidad y valores del país.
Disciplina y respeto cultural
El doctor Puello, testigo directo de la cooperación japonesa en hospitales dominicanos, destaca el impacto positivo de esa colaboración.
“La llegada de los médicos japoneses fue una bendición en un momento clave. Trajeron disciplina, organización y un profundo respeto por el paciente”, afirma.
Esa disciplina, explica, se integró a una sociedad caribeña caracterizada por la cercanía, la alegría y la interacción social, generando un punto de inflexión en la forma de concebir la atención médica. Para Puello, ese intercambio cultural demuestra que la humanización no es un concepto aislado, sino una práctica que se construye con esfuerzo constante.
Un desafío permanente
Los tres entrevistados coinciden en que humanizar los servicios de salud no es una tarea puntual, sino un proceso continuo que exige compromiso institucional, formación ética y vocación personal.
En un contexto donde la tecnología avanza a pasos agigantados, el reto es no perder de vista que, detrás de cada diagnóstico, hay una historia, una familia y una vida que merece ser tratada con dignidad.
"Los libros son importantes, los equipos son necesarios, pero sin humanidad, la medicina no cumple su verdadero propósito”, concluye el doctor Puello.
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Edili Arias
Periodista egresada de la Universidad O&M, apasionada por escribir sobre niñez, salud e historias humanas. Combina su amor por el periodismo con su afición por los deportes. Madre de dos niños, lo que le aporta una perspectiva cercana y sensible en sus reportajes.