En Argentina ha sucedido el hecho político internacional más importante del año recién terminado con el triunfo electoral del hoy presidente Javier Milei.
La sorpresa ha sido que un país gobernado hace décadas por la llamada política peronista, que no ha sido más que la de un Estado benefactor, de repente ve surgir un candidato desde el anonimato institucional que les derrota y saca del poder.
El entonces candidato Milei basa su política en el llamado liberal libertario, referido a los valores liberales clásicos: individualismo, libertad económica y defensa del mercado como mejor orden para la asignación de recursos.
Como parte de su discurso antiinstituciones del peronismo, el presidente Milei se ha referido constantemente que sus políticas y actuaciones van en contra de lo que ha llamado “la casta”.
En su definición clásica, casta se refiere a un sistema social en el que el estatus personal se adjudica de por vida. Esta puede ser por ejemplo un grupo de personas clasificadas por el color de su piel, o por títulos nobiliarios u otras formas de estratificación social.
Pero la casta a que se refiere Milei no es precisamente la de una definición clásica, sino más bien de corte político. El presidente define a la casta como «aquellos que están en la política, pero son inmorales”.
Ha dicho que son los que implementan políticas que le hacen “daño a la gente para proteger sus propios privilegios argumentando que no se puede hacer otra cosa”, convirtiéndose en parasitaria e inútil.
Milei no tan solo utiliza esta definición para combatir a sus adversarios políticos, sino que en ella enmarca a los miles y miles de servidores públicos injustificados, lo que en nuestro país llamaríamos botellas políticas.
Además, incluye a quienes les nombran en esos puestos, los que viven creando más instituciones y burocracia para dar empleos a sus seguidores.
También incluye los que derraman beneficios económicos, sociales excesivos, incurren en gastos publicitarios innecesarios, ajustan procesos de compras y contrataciones para beneficiar los suyos, entre otros.
Viendo el desarrollo sociopolítico de nuestra nación a lo largo de los últimos treinta años, cabe la pregunta si acá no habrá también una casta. ¿Qué creen ustedes?