“Muchas veces, quizás por no llorar, he cantado en secreto pedazos de canciones con las que lo recuerdo”
El diputado Manuel Jiménez, miembro del Partido de la Liberación Dominicana –PLD- por más de 27 años, decidió renunciar a su partido de una forma muy peculiar y admirable. Manuel escribió una carta muy triste, dirigida al profesor Juan Bosch, en la que le explica los motivos por los que renuncia, contándole lo corrompido y dictatorial que se ha vuelto el partido que se propuso ser el más pulcro y democrático.
Afirma Manuel que el que fuera su partido se ha salido de la ruta por la que antes caminaba y que él se marcha para encontrarse a sí mismo en el trecho de la desilusión.
Jiménez, que es un hombre serio, conocido y respetado por la ciudadanía, pone en evidencia la lucha que venía librando desde hace años dentro del partido, donde todos se mostraban de acuerdo con sus ideales, pero en la práctica no se actuaba para cambiar las cosas que van de mal en peor.
Leyendo esta carta, cuando vine a darme cuenta me corrían varias lágrimas por las mejillas, pues sentí que experimentaba el dolor y la impotencia con la que escribió Manuel.
Y no dudo que sobre esas líneas hayan rodado también las lágrimas del autor, porque decisiones como esa son dolorosas y requieren poner por delante el bien de los demás y dejar de pensar en la comodidad de la inmovilidad.
Deja mucho que pensar que lo que ayer fue el glorioso y admirable PLD, que influyó positivamente en mi niñez, hoy sea una cueva oscura, repleta de la angurria y avaricia que tienen la mayoría de sus líderes, que solo piensan en alimentar sus bolsillos con el erario, sin tomar en cuenta que están destruyendo parte del legado histórico del fundador de ese partido, uno de los grandes hijos de la República Dominicana, el profesor Juan Bosch.
Creo que el sistema político dominicano está pasando por una profunda crisis en la que nada es lo que antes fue.
Por suerte, simultáneamente, la sociedad civil está entrando en un periodo de transición, cansada de corrupción. Confío en que muchas cosas serán redefinidas, poniendo como norte lo que verdaderamente le conviene al país para superar los males que afectan a todos sin excepción alguna.
“Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” dice la sabiduría popular. Por eso es bueno que el remanente boschista que queda en el PLD escape con tiempo antes de que lo descompongan.