San Agustín, el más excelso de los pensadores cristianos del primer milenio, dijo: “En las cosas necesarias, la unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad”.
No en vano este sabio prioriza la caridad por encima de todo, consciente de que donde no existe esa virtud, tampoco puede haber justicia.
Observemos, a título de ilustración, que mientras el odio despierta rencillas, la caridad cubre todas las faltas.