Cuando alguien en India inventó una máquina para que las mujeres pobres fabricaran sus propias toallas sanitarias, la noticia se transformó en una misión de por vida para una mujer británica.
En su cocina en un pueblo en Cornualles, en el suroeste de Inglaterra, Amy Peaks experimenta con distintos tipos de compresas fabricadas en India para ver cuán absorbentes son.
«Nunca esperé convertirme en una experta en toallas sanitarias», dijo Peake a la BBC, riendo ante la dirección inesperada que tomó su vida.
Su obsesión comenzó una mañana en marzo del año pasado cuando fue al médico.
Mirando una revista en la sala de espera del consultorio, vio una foto de cientos de desplazados haciendo fila en la capital siria, Damasco, para recibir ayuda alimentaria luego de un bombardeo.
En el primer lugar de la fila había una mujer y Peake se preguntó: «¿Qué haría yo si estuviera en su lugar? ¿Si mis hijos estuvieran allí? ¿Y si tuviera mi período?
Cuando llegó a casa, en una coincidencia increíble, su esposo le mostró un artículo en el sitio online de la BBC sobre Arunachalam Muruganantham, un hombre en India que había inventado una máquina para producir toallas sanitarias baratas, luego de darse cuenta de que su esposa y millones de mujeres indias usaban trozos de trapo durante sus períodos.
Muruganantham quería que fueran las propias mujeres en comunidades pobres las que fabricaran las compresas.
Peake pensó inmediatamente: «Esa máquina debería estar en los campamentos de refugiados».
«Fue uno de esos momentos que nos asustan un poco, cuando sentimos que nos hallamos frente a frente con lo que hemos estado buscando toda la vida».
De Inglaterra a Jordania
Peake llamó a su Proyecto Loving Humanity, o «Humanidad amorosa», y comenzó a buscar patrocinadores. ¿Pero quién iba a escuchar a una profesora de yoga sin experiencia en negocios?
Ninguna de las principales agencias de ayuda humanitaria respondió a sus llamadas. Así que después de seis meses, Peake decidió cambiar de estrategia.
Primero buscó el apoyo del Club de Rotarios local, integrado en su mayoría por hombres de unos 70 años visiblemente incómodos al discutir compresas y períodos pero que, aún así, respaldaron su proyecto.
En segundo lugar recolectó unos 40 kilos de ropa de bebé donada y la llevó ella misma a Jordania, que alberga más de millón de refugiados sirios. Con ayuda de voluntaries locales, llegó al principal campamento de refugiados en territorio jordano, Zaatari.
Cerca de 80.000 refugiados viven allí en contenedores transformados en casas. Poco después de llegar al campamento, Peake se dio cuenta rápidamente de que el desafío era mucho mayor del que imaginaba.
Cerca de uno de cada cuatro residentes del campamento necesita toallas sanitarias. La ONU distribuye compresas a mujeres entre 14 y 45 años, pero nunca alcanzan.
Y Peake descubrió que también se necesitaban urgentemente toallas para casos de incontinencia en personas mayores, enfermos, discapacitados y niños traumatizados.
Máquina de compresas
El primer viaje a Jordania fue en noviembre de 2014.
Unas semanas después Peake ya se encontraba rumbo a Coimbatore, en el sur de India, para conocer a Muruganantham.
Aprender a usar la máquina ideada por Muruganantham le llevó menos de 15 minutos. La pulpa de celulosa es molida, el material resultante es envuelto en un material antibacteriano y la toalla es colocada bajo una luz ultravioleta 30 segundos para ser desinfectada.
Pero había un problema.
El precio que cobraba Muruganantham por los materiales era demasiado alto. Enviarlos desde India a Jordania cada cuatro meses costaría unos US$5.000, un costo demasiado alto para que el proyecto fuera autosustentable.
Sin embargo, a pesar de no revelar los secretos sobre materias primas, Muruganantham, sí había permitido a otros copiar su máquina.
Socios ideales
Casi un año después de su primer viaje a India, Peake regresó para reunirse con alguien que usaba una version modificada de la máquina en Vadodara, un pueblo en el estado de Gujarat, en el este del país.
Era Swati Bedekar, quien trabajaba como asistente en una escuela hasta que se dio cuenta de cuantas adolescentes abandonaban el colegio cuando empezaban a menstruar.
En algunas zonas rurales de India muchas mujeres usan trapos poco higiénicos o incluso se obliga a las jóvenes a sentarse en una bacinilla o pelela llena de arena.
Bedekar compró máquinas de Muruganantham en 2010 y ahora cientos de mujeres en Vadodara se ganan la vida fabricando toallas sanitarias.
El esposo de Bedekar, Shyam, modificó algunas piezas de las máquinas haciéndolas más silenciosas y pequeñas.
Sus compresas se ven diferentes. Tienen alas para fijarlas a la ropa interior, algo que Muruganantham consideraba una complicación innecesaria. Y sobre todo, el costo de la materia prima era menor.
Peake sintió que había encontrado a su social ideal, pero quiso hacer otra visita.
Fue a Afzal Sheikh, quien está basado en Bombay y sus materiales eran aún más baratos que los de Bedekar. La máquina adaptada por Sheikh producía también celulosa más mullida, ideal en el caso de compresas para incontinencia.
Con dos socios potenciales, y con una maleta llena compresas de bajo costo, Peake regresó el mes pasado a Zaatari.