La batalla entre la duda y la fe

La batalla entre la duda y la fe

La batalla entre la duda y la fe

Todos y cada uno de nosotros, de una manera u otra, hemos librado muchas batallas de duda y fe. ¿Quién no se ha visto en medio de situaciones que le sobrepasan?

¿Quién no ha luchado con todas sus fuerzas contra la terrible sensación de que se está hundiendo? ¿Quién no ha sentido que mientras más se resiste, más siente su propio peso y más se agota?

Todas esas emociones nos han asaltado alguna vez en nuestra vida y es en estos momentos en que descubrimos de qué material estamos hechos; nos damos cuenta de nuestra verdadera fuerza interior y de la capacidad que tenemos de reinventarnos, sacando la cabeza a pocos metros del agua que pretende ahogarnos, para seguir respirando.

Sin importar lo que pensemos que nos cuesta este esfuerzo por levantarnos del piso, el ser humano lo intenta una y otra vez. Solo unos pocos se dan por vencidos y se adaptan a la derrota.

Muchos han afirmado que su fe los mantuvo a flote, esa certeza de que hay un bien mayor y una fuerza espiritual que mueve los hilos del universo.

Otros más incrédulos les buscan una explicación científica al milenario empuje de la humanidad a no darse por vencida.

Sin importar lo que otros crean, me parece que el ejercicio de encontrar la fe es muy parecido al de flotar en el agua… necesitamos descansar lo suficiente en la profundidad de las cosas hasta que sentimos que algo nos sostiene.

Es muy difícil hacerlo, pero la esencia de la confianza radica en creer que, si nos relajamos, podremos flotar. Aprendí hace tiempo que, sin importar las tormentas que me azoten, solo la tranquilidad me permite encontrar la solución a cualquier problema.

Cuando buscamos una solución, la mejor decisión es tomarse un respiro y aquietar nuestra mente para poder ver la luz.



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