La ambición desmedida...

La ambición desmedida…

La ambición desmedida…

La ambición desmedida ha sido causante de las mayores desgracias de la humanidad, y República Dominicana no ha sido una excepción, en especial en el campo político.

Con muy raras excepciones, quien toma las riendas del poder en cualquier estamento hace hasta lo imposible por continuar por un tiempo indefinido.

No se equivocan los que sostienen que el poder hace que las personas pierdam de forma pasajera o permanente el entendimiento y la capacidad de razonar, o de darse cuenta con claridad de las cosa que suceden a su alrededor, siempre rodeados de adláteres .

Me he referido a lo que ocurre en el aspecto del poder político, pero en las organizaciones deportivas, desde clubes, ligas, asociaciones, federaciones hasta llegar a la cúspide, que representa el Comité Olímpico, nadie cuando llega a una posición, con muy, pero muy escasas excepciones, abandona por la buena con el objetivo de dar paso a otros con nuevos ímpetus y bríos.

Es una mentalidad que llevamos desde el nacimiento la república, desde la guerra libertadora, donde quienes ganaban batallas contra el invasor se constituían en ley, batuta y Constitución, asignándose poder omnipotente.

Por eso me ha llamado la atención que dejando a un lado sus posibilidades o no de triunfo por la Secretaría General del Comité Olímpico, los dirigentes Francisco Camacho y Luis Chanlatte hayan declinado seguir en la lucha por esa posición, en busca, según ellos, de dar paso a la unidad y a posibles nuevos talentos.

Ojalá y esos pasos los dieran otros en todas las áreas de la vida nacional, porque definitivamente esta sociedad requiere con urgencia de unidad de criterios, o de lo contrario seguiremos andando por caminos tortuosos que podrían dar al traste con todo, incluyendo el propio país.



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