La abstención como amenaza de la democracia

La abstención como amenaza de la democracia

La abstención como amenaza de la democracia

Miguel Febles

Tal vez la mejor manera de afrontar la abstención en las elecciones del día 18 de febrero pasado sea haciendo el examen por localidades y a partir de los datos levantados por municipios y distritos municipales hacer una agregación general.

¿Por qué de esta manera? Porque el padrón de la Junta Central Electoral es uno e indivisible, pero ocurre que para votar en las elecciones de febrero era necesario estar en el país, contrario a lo ocurrido en las elecciones del domingo, 19 mayo.

Como es sabido, la Junta Central Electoral estableció 18,297 colegios electorales, de los cuales 1,551 fueron emplazados en 35 otros países.

En estos últimos estaban llamados a votar 863,785 empadronados. Esto implica que para votar en las elecciones del domingo un dominicano inscrito en el padrón podía hacerlo desde el país de residencia, contrario a la realidad de las elecciones de febrero pasado, que para votar tenían que viajar a República Dominicana.

De esta realidad se concluye que estar inscrito en el padrón era suficiente para ejercer el derecho y el deber en las elecciones municipales, con tal de que se estuviera en la disposición y las condiciones para viajar al país si estaba en el padrón de electores.

Cuando se tuvieron los primeros resultados de las elecciones municipales la noche del 18 de febrero empezaron a surgir comentarios sobre un presumible nivel de abstención que rondaba el 60 % y al día siguiente algunas personas preocupadas ante esta baja asistencia de votantes hablaban de una abstención del orden del 70 %.

Surgió entonces el punto de que no era posible hacer el cálculo sobre la base del padrón general en vista de que en aquellas elecciones los residentes en el exterior no estaban habilitados para votar. Y reitero: a menos que viajaran al país.

Al final los cálculos generales les daban a algunos un nivel de participación ligeramente superior al 52 %, lo que implicaba una abstención del orden del 47/48 %, muy alta para unas elecciones locales, con candidatos conocidos de muchos electores, algunos inclusive a partir de relaciones primarias.

Ahora tenemos sobre la mesa las elecciones presidenciales y de legisladores y ya veremos la abstención, pero de esa tendremos ocasión para ocuparnos para evaluar nuestra democracia.