Kobe Bryant tenía todo lo que un ser humano puede desear: fama, mucho dinero, una familia hermosa y amado por millones de personas en diferentes partes del mundo… Pero una parte de su riqueza lo mató… Tener un helicóptero es una señal de riqueza…
Kobe era buena gente, amaba a su familia y ellos a él… No abusaba, respetó el juego, no se burlaba de nadie, pero hoy está muerto…
¿A dónde quiero llegar? A que nos salgamos un poco de lo terrenal y nos vayamos a lo espiritual, a que entendamos de una vez y por todas que la muerte no discrimina, que no tiene preferidos y que por eso debemos ser buenos, como Kobe, para cuando ella se presente tener un eterno descanso… Si tienen que pedirle perdón a alguien háganlo hoy, si siente que has abusado de alguien enmienda ese error con una llamada…
Que la muerte de Kobe sirva para reflexionar, para convencerse de que ella no avisa, que cuando quiere llegar llega ¡y ya!… Descansa en paz Kobe… Reflexionemos y busquemos de Dios… Pobre crónica deportiva: hasta ahora “el debido proceso” cuando alguien lo hace mal en Lidom es citarlo “a las 3 de la tarde en la oficina del Presidente”…
Pero, y aquí está el bendito pero, da la impresión de que si el maltratado es un cronista deportivo no importa la forma en que se haga… Porque hasta el propio Tomás Cabrera reconoció que cometió un error, pero de ahí a enviarle un emisario a la cabina para anunciarle que “el presidente de la Liga quiere hablar con tigo” y suspenderlo en un pasillo del estadio es inaceptable…
Pobre crónica deportiva… Y eso pasa porque somos una clase muy desunida, no nos defendemos unos a otros, todo lo contrario, y eso lo saben “allá afuera”… Que pena.