Superado momentáneamente parte del atrabanco electoral tras el discurso de Danilo Medina, hay que preguntarse si algo esencial cambió o seguimos siendo la misma nación del domingo pasado.

Porque verán los incrédulos en los días venideros que la fuñidera no era por un tercer periodo, sino de quienes ambicionan un cuarto y quinto, ahora sin su cantaleta antidanilista.

Si miramos en derredor nuestro, toda la bulla y pesimismo insuflado al ambiente y debate político ha sido malamente exagerado.

En Puerto Rico, las mayores manifestaciones callejeras de su historia exigen la renuncia del gobernador Roselló.

En Venezuela, otro increíble apagón oscureció al país entero, con Maduro desfachatadamente culpando por ello a un “ataque electromagnético” tipo “Star Wars”.

En Haití, decenas de muertos en pleitos entre bandas criminales y un tercer primer ministro en un año, reconfirman su inviabilidad como Estado.

Aquí el mismo día del discurso del presidente, Santo Domingo fue declarada por una publicación internacional como una de las ciudades más seguras para el turismo. Ojalá agalluses y angurriosos se tranquilicen…