El pasado miércoles se celebró el Día Nacional de la Juventud, fecha en la que recordamos el nacimiento de Don Bosco, guía y maestro de niños y jóvenes y fundador de la Congregación Salesiana, a quienes debemos la celebración de dicha fiesta y que tanto han contribuido con su formación.
Siempre repetimos que la juventud es el futuro y que la gestión del presente es de los adultos mayores. Esta afirmación es pesimista y conservadora. Si los jóvenes fueran el futuro ¿por qué se incentiva la creatividad, iniciativas, emprendedurismo y desarrollo de proyectos en la juventud? Para ejecutarse en el presente.
En el país venimos dando pasos de integración de la juventud en la concepción y ejecución de planes y proyectos de interés nacional. Ello ocurre porque muchas personas han hecho una labor de concientización juvenil y sensibilización del liderazgo político para que, en lugar de relegar a los jóvenes en los temas cardinales de nuestra nación, se le den las oportunidades para ver realizar sus sueños y derechos.
Los jóvenes, lejos de ser figuras de futuro, son motores del desarrollo y, como tal, si bien el gobierno del Estado, en las últimas tres décadas, ha dado demostraciones de su entendimiento e implantación, la labor no puede detenerse, para lograr el cambio sustancial de mentalidad.
Son los jóvenes que a lo largo de la historia han hecho posible la creación de grandes civilizaciones, religiones, conquistas de nuevos mundos y quienes han sido grandes inventores y creadores de arte y ciencia.
Debemos, pues, conciliar la madurez de los adultos mayores con la de tantos jóvenes que han hecho posible las más grandes transformaciones científicas, tecnológicas, económicas, religiosas, artísticas y culturales.
Son muchos los responsables de superar la concepción de que el gobierno debe estar sólo en manos de burócratas adultos mayores y de la necesidad de dar responsabilidad directa a la juventud en los temas trascendentes del país.
Le debemos mucho a los salesianos del mundo y, en especial, de nuestro país, que tanto han incidido en nuestro progreso y en la lucha por superar la discriminación, la exclusión y la pobreza.
Felicito a los salesianos, en la persona del inspector para la Antillas, el muy querido P. José Pastor Ramírez, por sus grandes aportes al desarrollo, humanización y cristianización, y a quienes desde el gobierno han permitido y propiciado los avances alcanzados.