El Día Mundial de la Justicia Social se conmemoró recientemente, el pasado 20 de febrero. En esta oportunidad, el lema adoptado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la ocasión fue “Superar barreras y desbloquear oportunidades para la justicia social”.
El tema de la justicia social es uno de los que más atenciones genera entre analistas, religiosos, académicos, estudiosos, comunitarios y, por supuesto, políticos de todas las corrientes.
De ella hablamos y requetehablamos, porque su ausencia es la que ha generado la denominada “larga deuda social acumulada” y, por tanto, ha impedido combatir con éxito la pobreza que afecta y convierte en sumamente vulnerables a las poblaciones, lo que, alimenta la construcción de discursos políticos llenos de promesas y, casi siempre, vacíos de cumplimiento.
La ONU define la justicia social como un concepto fundamentado en la defensa de la igualdad de oportunidades, en la lucha contra la discriminación y en la defensa de los derechos de todas las personas, mucho más allá de los preceptos mismos de la justicia legal.
¡Todos, debemos ser beneficiarios de la justicia social, sin que tenga que mediar una disposición o sentencia jurídica, política ni de ninguna otra índole, pero, eso es solo en la teoría!
Aunque la fecha dedicada a hacer conciencia sobre la justicia social, tiene vigencia desde el año 2007, los avances no parecen ser muchos, por lo menos, en los países de América Latina y el Caribe, en los que la pobreza se resiste a dar tregua.
República Dominicana constituye un importante modelo de desarrollo socioeconómico, con un importante indicador de estabilidad política y una bien manejada seguridad jurídica, lo que abona el terreno para, cada vez, más y mejores inversiones, nacionales y extranjeras.
Empero, este país caribeño, “colocado en el mismo trayecto del sol, oriundo de la noche”, no ha logrado alcanzar su máximo brillo y esplendor, ni ha obtenido mayores éxitos en sus luchas contra la pobreza, la inequidad social, judicial y económica.
Hay indicadores que se presentan en forma favorable, aunque, en proporción de, apenas, millonésimas de pulgadas. Es decir, casi nada, a juzgar por lo que a diario se observa en calles, barrios y pueblos del país, a pesar de los esfuerzos de sectores que, desde las propias instancias del Estado y desde la sociedad civil, realizan algunos esfuerzos.
A propósito, el miércoles 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, con el lema, “Por un mundo digital inclusivo: innovación y tecnología para la igualdad de género”.
No estaría nada mal que, en nuestros países, y me quedo en mi República Dominicana, que, además, está de moda, acojamos los lemas como líneas de trabajo coordinado para alcanzar las metas que ellos sugieren.
Así, tendríamos estrategias para, “superar barreras y desbloquear oportunidades para la justicia social” y para alcanzar “un mundo digital inclusivo, con innovación y tecnología para la igualdad de género”.
Con políticas públicas enfocadas hacia el logro de metas y diseminadas en todo el tejido social para su fortalecimiento y aplicación, se dan pasos para el salto cuantitativo y cualitativo que requiere la sociedad, para dejar atrás la histórica y muy desacertada apreciación de que somos un país pobre. No, no somos pobres. Ha faltado visión y planificación.