La Constitución de 2010 creó un nuevo esquema electoral, estableciendo elecciones municipales en febrero (para elegir alcaldes y regidores) y presidenciales y congresuales en mayo. Planteando que esto entraría en vigencia para las elecciones de 2020 (decimocuarto transitorio).
Alguna razón tuvieron esos congresistas para hacerlo así, entre otras descongestionar las elecciones para que no se tengan que manejar tantos datos juntos.
Ahora se ha generado un debate al respecto, donde pretenden cambiar eso antes de que se lleve a la práctica por primera vez.
¡Nos vamos a ahorrar 6 mil millones!… Pero el tema presupuestario no puede ser excusa para sancochar la democracia, sobre todo en un país con tanto despilfarro como este. Si el Gobierno quiere reducir gastos que lo haga de las botellas, nominillas, sobrevaluaciones.
La realidad es que el Partido de la Liberación Dominicana sabe que con dos elecciones (en febrero y en mayo) se duplica el dinero que tienen que gastar en compra de votos, cédulas a opositores y delegados.
Si gastan mucho en febrero, se quedan cortos en mayo; pero si guardan para mayo, se fuñen en febrero.
Ese es un dilema que no les deja tranquilos, y que la única solución es volver a unificar las elecciones.
Otra cosa, si las elecciones son separadas, saben que si hacen fraude en febrero eso generaría un nivel de desconfianza y agitación social que haría imposible las elecciones de mayo; pero que si no hacen ese fraude van a perder los municipios, y eso los derrotaría en mayo.
Además, unificar las elecciones conllevaría abrir una reforma constitucional en un momento muy delicado, donde no se debe tocar la Carta Magna ni con el pétalo de una rosa.
Sumado a que hacer el mismo día todas las elecciones sería complicar más un proceso electoral que, de por sí, está complicado.
Dejemos la Constitución como está, y preparémonos para elegir alcaldes en febrero. Así podremos con más brevedad salir de los alcaldes malos y ratificar los alcaldes buenos.