Entra Ramón Carmona y de inmediato “se ganó” su incursión en esta columna, porque entró ataviado de tal forma, que daba la impresión de que lo habían enviado a cubrir un juego en Alaska y no en el Quisqueya… Marino Pepén, uno que no moja pero empapa, se horrorizó al ver a uno que estaba en la caja de bateo y dijo “esa barba demuestra que en esa cabeza lo que hay es una libra de ñame y una cuarta de ajo”…
Llega Leo Corporán y todos muestran respeto: “¡Marchante, Marchante, Marchante!”, llueven los saludos hacia el hombre de “…y eso es bueno”, quien de inmediato, sin ni siquiera haber calentado, entra en acción: “¡Guante, no sufras tanto muchacho!” …
César Medina (el deportista) entra junto a su escudero Ivanovic y llegaron vestido de negro, como para confundir al enemigo por si Licey le entraba temprano al equipo de sus amores, muy diferente a Félix Disla Gómez, quien parecía una pinta de sangre: rojiiiito de arriba abajo.