El legado de Juan Francisco Puello Herrera está en un sitial de gran preponderancia en la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (CBPC). Sus aportes a esa entidad alcanzan un nivel de excelencia que no podrán ser olvidados nunca. Desde su llegada en 1991 tuvo que “meter el brazo” bien fuerte para sacar a flote a esa institución en momentos que no estaba muy bien.
Recuerdo cuando Puello Herrera soportó todas las embestidas que le hicieron por el formato anterior de la Serie del Caribe, donde hubo años en los que, antes del último partido, ya había un campeón.
Luego de eso se cambió el formato, incluso se amplió el número de participantes y en las últimas dos ediciones el éxito ha sido notable. Luego de esos buenos resultados alcanzados en las últimas dos ediciones (Dominicana y Venezuela) pensé que era el tiempo perfecto para que Puello Herrera saliera por la puerta grande de la CBPC.
Sin embargo, Puello Herrera, no entiendo las razones, decidió quedarse para “supuestamente” un último periodo en el que tuvo que soportar un cambio en los estatutos, realizados con la única intención de cercenarle el poder que tenía. Recuerdo que en 2019, Puello Herrera, con 28 años al frente de la CBPC, llegó a la asamblea que se realizó en Puerto Rico pidiendo que le permitieran cumplir 30 años como presidente de la entidad y se marchaba.
En medio de muchas discusiones y acuerdos se impuso y cumplió su periodo de cuatro años, a pesar de las incomidades de los presidentes de las Ligas Dominicana y de México (Vitelio Mejía y Omar Cañizales, respectivamente).
Este año se celebró en el país, la asamblea extraordinaria y Puello Herrera volvió a reelegirse asegurando que ahora sí será su último y se marchará con 37 años al frente de esa entidad.
En estos últimos cuatro años compartirá su mandato con un Consejo Directivo, sumado a una asamblea de presidentes, una comisión de finanzas y seguimiento presupuestario y un secretario ejecutivo. En realidad, no veo la necesidad de Puello Herrera para quedarse aceptando todas esas nuevas instancias, que más bien son cercos para disminuirle los poderes.