Joaquín Ramón, está entre nosotros, el mismo Sabina

Joaquín Ramón, está entre nosotros, el mismo Sabina

Joaquín Ramón, está entre nosotros, el mismo Sabina

Te acompañan las barras de los bares

últimos de la noche, los chulos, las floristas,

las calles muertas de la madrugada

y los ascensores de luz amarilla

cuando llegas, borracho,

y te paras a verte en el espejo

la cara destruida,

con ojos todavía violentos

que no quieres cerrar. Y si te increpo,

te ríes, me recuerdas el pasado

y dices que envejezco.

Juan Gil de Biedma
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(Poema: Contra Juan Gil de Biedma)

Se la acusa de ser ahora de derechas. Falso. Pero no se le acusa de dulzuras  o nostalgias, grandes melancolías por un siglo perdido
de viejas ilusiones sociales fallidas…

Se le acusa, en  esa España tan dividida por la miopía  de miras de la eterna izquierda, vetusta y lenta para mirar  el mismo futuro, de no estar en el lugar correcto en la historia que toca. Falso . Pero no se le acusa de regalar ideas para prismas que combaten lo común de la vida cotidiana, tácito : cierto nihilismo lírico obliga, y que bien..

Joaquín Ramón, el mismo Sabinas está entre nosotros y con su espíritu : un viento largo del Manzanares fluye por océanos y llega hasta el palacio de los deportes, donde sonidos de canciones  armaron un cosmos sabiniano, saeta sideral de nuestros tiempo.

Entre público y cantautor, la conexión perfecta, la exacta alegría un público clasemediero, atado a sus travesuras y si acaso es por  moda
( habito de clases  a tomar en consideración ), no es la peor…

Se le acusa de no estar claro, de solo firmar documentos a buen recaudo. Pero no se le acusa de su propia biografía, de los tiempos de  Londres,  la Memoria del Exilio o de cuando se hizo más granaino que  Graná ( Granada).

Tiempos de  Chini  y la facultad de letras, y toda aquella vasca enfrascada en nuevos sueños, no importaba los mensajes  gráficos de Chumy Chumez, cuya  frase sobre el hombre inmortal aún nos suena: » Si hubiera un solo hombre inmortal sería asesinado por los envidiosos «… ¿ No será muy Sabinas la expresión ?…

Reinaba el entusiasmo por vivir, reina aún y sus canciones nos acompañan, en la búsqueda de una  universalidad, que sin embargo, tiene códigos perceptibles, atemporalidad, vasos de mares llenos de estrellas, respirando entre cristales.

La clave para llevarle el  paso, es algo más que el desencanto, porque aunque lo afirme es un comprometido vital en la alta
sensibilidad de la vida y sus mejores enclaves o  quizás  alguien le leyó el verso aquel : » Nada permanece tanto como el llanto » de Jacques Viau Renaud…

Como en el poema de Juan Gil de Biedma, no sé si nos acompañará  por los bares, pero no importa, porque los bares han quedado en nuestras cabezas de recuerdos gigantes, pienso en el Elígeme, allí donde conocimos seres geniales, como Paloma Haro Ibars, que se retuerce en nuestras memorias con su rostro mozárabe de ángel y tormento callado.

¿O acaso se escapa como Mandraque el mago, desde la marquesina de algún hotel, entre bufandas y sombreros de espaldas al mar Caribe ?… No hay Madrid sin bar, y aquel Sabina que no lo resistía: guerrero contra la noche y sus largos tizones innombrables.

Era otro Madrid, claro allí donde el «Pacto Caballero » era posible y una navaja
se cambiaba por una canción, en medio de cegueras  y brumas de porillos callejeros…

Era otro Madrid, que con pereza dulce en los días claro, robaba el «mes de abril  » sin consuelo y copas en pleno mediodía. Calle Palma, quinto izquierda, venerado escalón de madera pulida y entre el caracol como espiral
en ascenso, su voz en todo el edificio…

Quiero decir, Joaquín Ramón, el mismo Sabina, está entre nosotros, una vez más y si no tiene  la cédula
de su madre en la cartera, no es Joaquín Ramón, debe ser  un impostor… (CFE)..