El ex dirigente Jim Leyland fue elegido al Salón de la Fama del Béisbol en una votación realizada el domingo por el Comité de No Jugadores de la Era Contemporánea del Béisbol.
La votación, que tuvo lugar en el Gaylord Opryland Resort & Convention Center como parte de las Reuniones Invernales de MLB, fue el resultado de un sistema de votación recientemente reestructurado en el cual los candidatos managers, árbitros y ejecutivos ya no se agrupan con sus contrapartes jugadores en el ciclo de elección, creando así una mejor oportunidad para su inducción. Los candidatos de la “Era Contemporánea” se definen como aquellos cuyo mayor impacto ocurrió desde 1980 hasta el presente.
Leyland estaba en una papeleta de ocho miembros que también incluía a los managers Cito Gaston, Davey Johnson y Lou Piniella; los árbitros Ed Montague y Joe West; y los ejecutivos Hank Peters y Bill White. La elección al Salón requería el 75%, los votos de al menos 12 de los 16 miembros del comité.
Esta fue la primera vez que un manager fue elegido para el Salón desde diciembre del 2013, cuando Bobby Cox, Tony La Russa y Joe Torre fueron elegidos por unanimidad.
Leyland, quien fue elevado en su primera papeleta del Salón, no solo tenía la apariencia del clásico dirigente curtido en batalla con su cabello gris y su bigote, su semblante rudo y su predilección por fumar cigarrillos durante los juegos. También tuvo un gran desempeño a la hora de ganar juegos, acumulando la 18va mayor cantidad de victorias en la historia, ocho apariciones en postemporadas, tres banderines de liga, un anillo de Serie Mundial con los Marlins en 1997 y tres premios de Manager del Año (con los Piratas en 1990 y 1992 y con los Tigres en 2006).
Querido tanto por periodistas como por jugadores debido a su gran corazón y agudo ingenio que se escondía detrás de esa apariencia ruda, Leyland acumuló un récord combinado de 1,769-1,728 en 22 temporadas en el dugout. Ganó tres títulos divisionales con los Piratas liderados por Barry Bonds de 1990 a 1992, ayudó a orquestar el sorprendente ascenso de los Marlins en 1997 hacia la gloria de octubre y, después de una temporada amarga en Colorado y seis años de inactividad, contribuyó a devolver el béisbol de calidad de campeonato a Detroit durante un trecho de ocho temporadas con los Tigres que incluyó banderines de la Liga Americana en 2006 y 2012. Incluso después de su retiro del dugout de las Grandes Ligas, Leyland siguió ganando. Estuvo al mando para el primer título de Estados Unidos en el Clásico Mundial de Béisbol en 2017.
Después de siete temporadas como receptor suplente en el sistema de los Tigres de 1964 a 1970, Leyland, originario de Toledo, Ohio, dirigió por 11 campañas en el sistema de los Tigres antes de que su amigo La Russa lo llevara a las Grandes Ligas como coach de tercera base con los Medias Blancas en 1982. Cuatro temporadas después, Leyland fue seleccionado como mánager de los Piratas, rol que ocupó de 1986 a 1996. Los Bucaneros se quedaron cortos en tres Series de Campeonato de la Liga Nacional consecutivas, incluyendo un doloroso Juego 7 contra los Bravos en 1992.
Frustrado con la dirección del club a mediados de los años 90, Leyland renunció para firmar con los Marlins de Dave Dombrowski, guiándolos hacia el Comodín de la Liga Nacional y un triunfo en el Juego 7 en 11 innings sobre Cleveland en su primera temporada con el club en 1997. El roster de los Marlins fue desmantelado antes de una temporada de 108 derrotas en 1998, después de lo cual Leyland se fue para firmar con los Rockies, pero el ambiente de muchas carreras en Coors Field lo frustró. Pasó seis años como cazatalentos para los Cardenales de La Russa antes de regresar al dugout, y a sus raíces, con los Tigres, reuniéndose con Dombrowski en un equipo que llegó a la Serie Mundial (perdiendo ante los Cardenales de La Russa) en 2006 y que, durante el mando de Leyland, contó con posibles futuros miembros del Salón de la Fama como Justin Verlander, el venezolano Miguel Cabrera y Max Scherzer, entre otras estrellas.
Aunque Leyland, que cumple 79 años este mes y ha permanecido como asistente especial de los Tigres, solo pudo ganar esa única Serie Mundial mientras dirigía en una era que presentó múltiples expansiones de postemporada, sus ocho apariciones en los playoffs lo tienen empatado en el décimo lugar de todos los tiempos. Es uno de solo 11 mánagers en ganar un banderín en ambas ligas y fue ampliamente considerado como uno de los mejores pilotos de su era.