Jesús, nuestra iglesia duerme

Jesús, nuestra iglesia duerme

Jesús, nuestra iglesia duerme

La iglesia cristiana duerme. Una parte dirigente de ella duerme en brazos del poder. Y allí donde controla el poder no hay amor ni ternura, tal como dice el teólogo brasileño Leonardo Boff. Una parte de la iglesia no ve en los pobres y oprimidos a Jesús.

Hoy la “opción por los pobres”, por los trabajadores, es una decisión pálida, estando también la vida consagrada “salpicada por el aburguesamiento”, según lo denunció el pasado papa Benedicto XVI (mayo 2006).

Otra señal de letargo de la iglesia cristiana es la ausencia de un diálogo comprometido y a fondo con la juventud, para tratar sus principales problemas y aspiraciones. Para el Día de la Virgen de la Altagracia, los obispos publicaron una carta pastoral llamando a la juventud a no perder el ánimo y la confianza; pero es claro que esa confianza solo podrá ser retomada cuando, por ejemplo, dirigentes de la iglesia cambien la postura de proteger a religiosos pederastas, abriéndose para que contra ellos sea ejercida la acción penal.

La iglesia duerme mientras la inserción de la mujer en su seno se mantenga con una categoría y roles que niegan la igualdad con los hombres, establecida por el gran galileo en los Evangelios.

La iglesia cristiana se aleja del ejemplo de Jesús mientras miembros dirigentes de ella discutan el complejo tema del aborto y las tres “causales” para su despenalización, sin compasión y con cierta arrogancia.

La iglesia cristiana duerme mientras parte de la iglesia neopentecostal manipule económicamente a sus feligreses y mientras haya confesiones que militen la oposición a esfuerzos ecumenistas y unitarios de los cristianos.
Pero no toda la iglesia duerme, no duermen los que sacrifican su estatus y sus familias para hacer de misioneros en lugares lejanos e inhóspitos, a fin de difundir sus convicciones y su fe.

No duermen las hermanas religiosas que en todo el mundo se entregan a lo que el expresidente uruguayo Pepe Mujica llamó acción para facilitar el “bien morir” de seres humanos. No duermen pastores y pastoras evangélicos de base, honestos y entregados; no duermen sacerdotes como Miguel Ángel Grullón, que libra luchas contra el desalojo de comunidades campesinas en El Seibo, o el padre Regino Martínez, quien ha hecho de su vida, en comunidades pobres de la frontera dominico-haitiana, un testimonio.

Ellos dan testimonio de fe, estando conscientes de los enormes vacíos de nuestros tiempos, tal como lo deja ver el padre Regino en el reportaje de la veterana periodista investigadora de “Hoy” Minerva Isa.

Veamos: “Llevamos casi 500 años aliados a valores que nos impiden ser pobres, ser débiles, ser humildes. Así nos hemos convertido en legitimadores de injusticias, exorcizadores de sistemas sociopolíticos, dejando a un lado lo auténtico: el anuncio del mensaje de Jesús” (1/04/2019).

En esta Semana Santa y siempre, reflexionemos, cambiemos, respetemos, amemos.



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