Jesús, los dragmas y la humildad

Jesús, los dragmas y la humildad

Jesús, los dragmas y la humildad

Mayra de Peña

Ponderando el comportamiento humano en torno a una virtud muy importante y que personalmente denomino “La gran ausente” llamada humildad, un término que es también usado en sentido despreciativo significando para muchos pertenecer a un hogar de recursos limitados, en otros casos en el sentido de sumisión, no me cabe la menor duda que la falta de ésta es raíz de muchos males en nuestra sociedad.

Miguel de Cervantes en el “Diálogo de los perros”, escribe: ‘La humildad es la base y fundamento de todas las virtudes y que sin ella no hay alguna que sea, ella allana inconvenientes, vence dificultades y es un medio que a gloriosos fines conduce.

De los enemigos hace amigos, templa la cólera de los airados y menoscaba la arrogancia de los soberbios; es madre de la modestia y hermana de la templanza”.

Mientras más conozco de la vida y el ministerio de Jesús aquí en la tierra, wao más agradecida estoy de servirle y de tomarlo como modelo de conducta.

Nada dicho por Jesucristo, ningún milagro ejercido fue fortuito, todos tenían un propósito o una enseñanza. Hoy me quiero referir al relato en Mateo 17:27, en la Biblia, sobre el pago de impuestos: “Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas (impuesto para el mantenimiento del templo), y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? El dijo: Sí.

Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños? Pedro le respondió: De los extraños.

Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos, sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero (moneda equivalente a 4 dragmas); tómalo, y dáselo por mí y por ti”.

Pero esto no acaba ahí, qué experiencia tan inefable para Pedro, ni decir de la enseñanza sobre la humildad aprendida, pues momentos antes había sido testigo junto a Jacobo y Juan de la Transfiguración de Jesús, y ver que el hombre conocedor del pensamiento humano antes de que la palabra fuera pronunciara, evidenciara esta actitud de seguro le impactó.

En este acto, escenificaba un vivo ejemplo de la humildad y el dominio propio, instruyéndole que entregara el impuesto.

El Señor sabía de donde había venido y la autoridad que lo revestía (era el Hijo del Padre y el templo “la casa de su Padre”), imaginemos la magnitud de la autoridad de este hombre que tenía la potestad de saber dónde encontraría los dragmas y en qué inusitado sitio, pero eso no impidió que mostrara humildad de corazón y cumpliera con la ley de los hombres.

Pidamos a Dios que a través de su Santo Espíritu nos dote de esa humildad tan necesaria para denotar que su amor está en nosotros y nos quite esa ceguera espiritual que nos hace ser tan soberbios al sentirnos superiores a los demás cuando en determinado momento de nuestra vida gozamos de privilegios que otros no tienen y que nos hace ser tan intolerantes ante cualquier actitud, -sea justa o no-, queriendo vociferar a gritos quienes somos.

Roguemos a Dios nos llene de su sabiduría para ser humildes, dándole el justo valor a esta virtud, a fin de tomar de este pastel al que llamamos vida…. lo mejor, no de acuerdo a nuestra escala de valores, sino a la manera de Dios y actuar en consecuencia.



Mayra De Peña

Lic. en Contabilidad, egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduada de Periodista, en el Instituto Dominicano de Periodismo (IDP). Locutora, con un Diplomado en Comercio Exterior, y Diplomado en Política Estratégica. He desempeñado diversas funciones dentro del sector Privado y Gubernamental. Hija de Dios y amante de la naturaleza. Creo en vivir a plenitud de manera equilibrada y en lo significativo de quererse y valorarse como individuo. Soy una feliz madre de tres hermosas hijas, creo en el matrimonio, en la institución familiar y en la importancia de predicar con el ejemplo. Amo escribir y con ello transmitir mi sentir y sobre todo tengo en alto estima alimentar el espíritu, pues de él mana la vida.

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