Juan Mercado
Luego de la entrega anterior titulada “Ito Bisonó y Milton Morrison, son dos refuerzos muy malos” recibí un aluvión de comentarios de respaldo.
Entre esas reacciones hubo una del lector Carlos Perdomo que me llamó bastante la atención, porque explica que ciertamente tanto Bisonó como Morrison llegaron al gobierno precedidos de muy buena reputación, siendo esperanzas para manejar dos áreas tan sensibles como la Industria y Comercio y las Mipymes, y la regularización y la normalización del sistema eléctrico nacional.
Perdomo, señala, incluso que Bisonó era visto como un sólido candidato para ser presidente de la República. Su reputación era tan buena que se inscribió en este gobierno por la credibilidad de sus palabras, las cuales plasmó en un vídeo, donde planteaba tener la “fórmula” para rebajar los precios de los combustibles, que hace tiempo están cercenando la esperanza de la población.
Bisonó y su fórmula resultaron ser un fracaso y los combustibles siguen por las nubes en el país, a pesar de que en el mercado internacional han bajado bastante.
Ito jugó con candela y se quemó. Debió saber que el precio de los combustibles es vital para los dominicanos, por ser el motor de la economía. Los combustibles tienen una parte muy grande de la responsabilidad para que la canasta familiar esté por las nubes, sobresaliendo que estemos pagando por una “cáscarita” de platano RD$25 en los supermercados y entre RD$30 y 35 en los colmados.
El caso de Morrison es muy similar al de Bisonó, ya que desde muy joven ha logrado calar en la política, incluso es presidente-fundador del partido político País Posible.
Morrison, de 47 años, no ha podido ponerle fin a los abusos que se cometen desde Edesur contra los usuarios del servicio eléctrico.
La situación que más afecta a Morrison es que no escucha a la Superintendencia de Electricidad, que constantemente informa que la tarifa eléctrica no subirá y la sube.
Las quejas por esa razón son interminables, siendo la más notable que la factura sube, aún cuando no haya usuarios en las residencias. Es decir, las lecturas de los contadores no son confiables y los usuarios tienen muy pocas defensas ante las autoridades.
