“Israel enamora”. Por ser una potencia hídrica al nivel mundial y abastecer la demanda de agua en su territorio con plantas desalinizadoras a través del mar mediterráneo.
Es un ejemplo `sui generis` de la cultura del agua, a partir de tres elementos: la innovación, un abanico de tecnologías que incluyen una mejor gestión del agua; la educación que se requiere desde la infancia, y la creación de una conciencia responsable sobre el uso racional, por la importancia del agua para el desarrollo de todo ser vivo, la disponibilidad del recurso en su entorno y las acciones necesarias para obtenerla, distribuirla, desalojarla, limpiarla y reutilizarla.
Este milagro de hacer florecer el desierto, hoy es un proyecto nacional: sirve para regar viñedos, aprovechar exponencialmente la agricultura e irrigar campos de golf.
En la República Dominicana –lo sepamos o no– hemos cambiado el ciclo del agua, es decir, la cultura del agua. En la actualidad, el cambio climático, la contaminación y el uso descontrolado está causando una gran “inquietud” en las consecuencias, en la vida de nuestra sociedad.
Todo se resume en “iniquidad en el servicio de recibir” el preciado líquido, y poder utilizarlo en el desarrollo económico, y en una “cultura de dispendio”. No importan los esfuerzos que hagamos desde el gobierno, ni los espacios de debate que llevemos a cabo: la población no está colaborando en impulsar planes y estrategias para tener un agua limpia y con saneamiento.
La mejor manera de apreciar el alcance del concepto de cultura del agua, vamos a intentar explicarlo a través del Gabinete de Políticas Sociales y su Observatorio de Políticas Sociales y Desarrollo, quienes realizaron un Panel de Expertos, con el tema: “El Agua, su Impacto en el Desarrollo Social y el Crecimiento Económico”, en la locación de la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), el pasado día 3 de octubre. Esta universidad se ha convertido en la academia líder para estos temas ecológicos, hídricos-ambientales.
Los contertulios invitados fueron el INDRHI, CAASD y la Comisión del Sistema Nacional de Riego; asistió el mismo embajador de Israel, el señor Danny Biran, cuyo entusiasmo es admirable. Además de los expertos Miguel Solanes (Banco Mundial), Mercedes Marín (AECI), Laurí Llobet (AFD) y Yomaira Martínez (Green Energy).
Ellos nos aportaron sus planes y el alto impacto que tiene el agua en el país, en los usuarios, el turismo, la agricultura, además de considerar que ese recurso natural, limitado, es también un bien económico, un derecho humano, algo diferente a repetir que es un bien ambiental y ecológico.
Mundialmente, la cultura del agua está reducida al problema del desabastecimiento, a la escasez, al desperdicio del líquido, pero también a la falta de almacenamiento y la capacidad de devolver ese recurso al ambiente, para ser convertido en una cadena productiva.
Por eso, evocamos aquí el ejemplo de Israel, que ha hecho posible el milagro del agua. Un país que se ha convertido en el número uno en todo el mundo en reciclar agua, reutilizando el 86 % de esta. Ellos “fabrican agua”, a través del aire, y comparten su tecnología con otros países.
En ese sentido, la cultura del agua de Israel es positiva, y bien orientada. ¿Cómo ha sido esto posible? La conservación de los recursos hídricos vista como un culto. República Dominicana debe imitar la cultura del agua de Israel.