Irresponsabilidad de mando y consecuencias compartidas

Irresponsabilidad de mando y consecuencias compartidas

Irresponsabilidad de mando y consecuencias compartidas

Rafael Ramírez Ferreira

 

Porque… “Imponer su voluntad a

Otros, se llama fuerza”

 

Un hombre no debe avergonzarse

Nunca de haber estado equivocado;

Lo que es decir, en otras palabras,

Que hoy es más sabio que ayer

 

Es una falta total de sentido común, el aspirar a que un árbol que ha crecido torcido se enderece por sí solo, a sabiendas de que debe de haber una rotura para tratar de quitar parte del mismo y limar otras que ayuden al menos a enderezarlo un poco. Es lo mismo que sucede con nuestra “democracia”, enferma, nuestros partidos políticos torcidos y los dirigentes y “honorables”,  expandiendo la plaga del clientelismo a trocha y moche a costa del dinero del pueblo. ¡Malaya sea!, no quiero hablar de esto porque hasta náuseas me produce.

Más de dos décadas bajo una avalancha de propaganda blanquinegro, que al igual de quienes escriben, que van dejando su ADN en la tinta, por igual han sido suficientes para establecer dudas hasta en las más firmes convicciones,e inclusive, en el más común de los sentidos;en las aspiraciones o ideales de las últimas generaciones, -como ha ocurrido en Cuba y hasta Nicaragua-, donde los revolucionarios han establecido su propia dictadura, no tan diferente como aquella a la cual combatieron, y que hoy, estos, aquí, han sabido poner en practica la máxima de que la costumbre es más fuerte que el mismo amor. Todos piensan y accionan como ellos quieren y han querido.

Y yo, con una impotencia que me lleva hasta el delirio, me cuestiono; como diablos sacarle la costumbre de la cabeza a un pobre analfabeto que desde pequeño han formado en la ausencia de principios que sutilmente les han mantenido ¿ocultos?, como el amor al trabajo, por ejemplo, ya que han pasado la mayoría de su vida bajo la tutela de un clientelismo político grosero, abusivo, engañoso e inmoral y que les han inculcado que con dádivas se puede vivir sin gran esfuerzo. ¡Malaya sea! Porque tampoco les hacen saber sobre la carga de la desgraciada deuda “eterna” con la que alegremente los han endeudado de por vida, mientras un grupito disfruta de los favores del poder para poder ejecutar los mismos y salir muy bien recompensados. ¡J….r!

Difícil el pretender cambiar este comportamiento después de tanto tiempo, ya que lo hecho, hecho está. Como especie de consuelo, podríamos argumentar que ni el perdón o la rebelión pueden cambiar el ayer, pero sí pueden hacer cambiar el mañana. El mayor obstáculo que tenemos como humano es que lo desconocido nos aterra y paraliza tanto a personas  como a pueblo y supinamente abdicamos ante el miedo. De decirlo puedo, ya que es normal asustarse cuando se va a dar un gran paso,  sea para evadir el charco o la evasión del abismo ético-político-gerencial que amenaza con tragarnos.Pero, no podemos perder la perspectiva de que solo hay que calcular la muy posible caída ante la magnitud del problema y sus consecuencias, eso, sólo eso nos dará la certeza para dar el brinco que nos aleje del peligro que hoy nos acosa como pueblo. Quizás, hasta decir como el slogan de los cívicos por aquellos años de turbulencia política después de la muerte del Jefe, por parte de sus amigos…” ¡Basta Ya!

Estamos sentados tranquilamente, sin aparente preocupación, encima de un barril de pólvora pasada  desde hace mucho tiempo y que puede explotar hasta por el simple calor de nuestras nalgas, pero nadie se da por aludido. Ahora, por fin, se dignaron a referirse a los cientos o miles de millones de pesos que nos han sacado de los bolsillos para continuar manteniendo a los empresarios millonarios del transporte y por ende, a los ricos padres de familia que se dedican al concho, todo en base a buscar una supuesta gobernabilidad por la falta indecente e irresponsable de aplicar la autoridad. Si, la autoridad, quizás la razón primaria por la cual son elegidos, es decir, para gobernar, no para dejarse chantajear y que la mayoría del pueblo pague los platos rotos. La vergonzante música que produce el miedo, flota en el ambiente y asquea hasta el respirar. ¡Si señor!

 



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