Ignorar las bondades del país natal y comoquiera creerse capacitado para críticas inveteradas e insustanciales sólo por el accidente geográfico del origen, constituye indudablemente una triste manera para ventilar resentimientos sociales. Junot Díaz, ganador del Pulitzer, posee inmenso talento como creador de ficciones.
No es estúpido: enseña literatura en universidades. ¡Pero qué bruto es! Su madre emigró con él siendo niño; él salió del encierro insular pero la insularidad nunca salió de él.
Sólo así se entienden sus incesantes, crueles y espurios ataques al país de sus padres y abuelos.
Tanto desdeña su procedencia, este geniecillo literario, que es incapaz de re-aprender correctamente su lengua materna, el español. Recientemente, en Virginia, este “oikofobo” reincidió contándole a un grupo de embelesados estudiantes que “en la República Dominicana existe un odio contra todo lo africano”.
También reiteró sus tremebundas exageraciones sobre abusos reales e imaginados contra haitianos en Santo Domingo.
Ese discurso anti-dominicano ha salido rentable a Junot pues sólo habla ante públicos más ignorantes que él mismo. ¡Cuántos resabios de rolita acomplejado!