Sinónimos son enojo, rabia, cólera, furia. La produce elementos internos (preocupación por algo personal) y externos (por algo o por alguien).
Algunos factores predisponen a la expresión de la ira, como son las frustraciones de cualquier tipo incluyendo las sexuales, el sufrimiento, la fatiga, el hambre, cambios hormonales, uso de drogas, entre otras.
Existe una ira precipitada y repentina conectada a la autopreservación, que se expresa cuando se está atrapado o atormentado. Existe también la ira estable e intencionada que es una reacción a la percepción de daño o trato injusto. El otro tipo de ira es recurrente relacionándose con rasgos de carácter que no se controlan, actuando instintivamente, con irritabilidad y resentimiento.
Investigaciones reportan que los antecedentes familiares son importantes. Niños y adultos que se enojan fácilmente, provienen de familias que no han desarrollado capacidad para la comunicación emocional. Existen casos en que los niños desde muy temprana edad tienen poca tolerancia a la frustración y se irritan con facilidad. Del manejo adecuado de la familia, depende su futuro.
Dentro de las acciones a tomar para dejar de vivir con ira, lo primero viviendo permanente alertas para identificar lo que la provoca, tomar conciencia de la situación tomando un tiempo para la reflexión esperando tranquilizarse antes de expresarse comunicando lo que molesta claramente sin ofender al otro y sin quedarse frustrados. Siempre hablar en primera persona sin acusaciones.
Ejercicios de respiración y ejercicios físicos y de relajación ayudan a controlarla. Si no puedes controlarte, es tiempo de buscar ayuda.