David Alvarez
Fruto de su historia particular las universidades dominicanas se han formado desde la educación secundaria y como continuación de la misma.
Hasta los años 80 muchos de los docentes en disciplinas científicas provenían del ejercicio docente en secundaria y su experiencia de aula se agotaba en el libro de texto.
Las maestrías que se ofertan, casi en su totalidad son profesionalizantes, por lo que la tendencia señalada ha permeado además ese primer nivel de estudios graduados.
Pero la naturaleza de la universidad no ha de desarrollarse desde los estudios básicos y medios, digamos de forma visual, desde abajo, si no desde arriba, es la experiencia de investigación que se articula en los programas doctorales la que ha de “halar” hacia arriba las experiencias de las licenciaturas y maestrías, ya que la universidad es por antonomasia el terreno de la investigación y la creación.
Los programas universitarios, desde los Estudios Generales, hasta la investigación doctoral, deben estar articulados en torno a la producción de conocimiento y resolución de problemas, incluso al estudiar procesos disciplinares o profesionales.
La investigación es la identidad misma de la universidad y la mejor forma de evaluar su desarrollo.
No es “una” función entre otras, es el eje mismo de la relación entre docentes y estudiantes, y es en torno a la investigación que universidad y sociedad dialogan, ya que no se investiga para llenar archivos con papeles, si no para atender las necesidades de la sociedad y la humanidad en sentido general.
