Sin importar si se llega o no al orgasmo, las relaciones sexuales pueden ser sumamente satisfactorias. Así se debe enfocar el ejercicio de la intimidad sexual.

Este debe estar basado en la comunicación, el afecto, el disfrute del placer, la espontaneidad y la creatividad.

Esforzarse solo en tener un orgasmo, con frecuencia no permite el desarrollo espontáneo de la intimidad sexual y puede provocar la aparición o permanencia de disfunciones sexuales.

Las personas con mayor posibilidad de disfrutar sus relaciones son las que se ocupan de conocer las zonas erógenas por excelencia, los gustos de su pareja y cuáles estímulos eróticos son los más efectivos.

Cada persona tiene zonas en su cuerpo en las que se generan mayores respuestas para la excitación y lo ideal es conocerlas y concentrarse en ellas durante la estimulación sexual.

Es importante que el hombre aprenda a retrasar o adelantar el orgasmo dependiendo de la necesidad de la pareja, sin llegar a querer tener orgasmos simultáneos, ya que esta preocupación no le permitiría el disfrute pleno del encuentro sexual.

Debido a las diferencias fisiológicas femeninas y masculinas es aconsejable que el hombre espere el tiempo necesario para que su compañera esté lo suficientemente excitada y cercana al orgasmo, para ejercer la penetración.

Para que una pareja tenga buen desempeño sexual ambos deben tener disposición al encuentro sexual, ser capaces de relajarse durante el mismo.

Es importante que además tengan interés en las sensaciones del compañero sexual y saber dar y recibir placer.