En marzo de 2007 los dos entes oficiales dominicano y haitiano para el control de las telecomunicaciones, Indotel y Conatel, firmaron un interesante y oportuno memorándum de entendimiento cuya finalidad era crear un mecanismo de cooperación en ese campo.
Uno de los aspectos que retuvo la atención de los rubricantes era la necesidad de acordar un plan de manejo del espectro radioeléctrico insular, incluyendo patrones a seguir por las empresas prestadoras de servicios telefónicos.
Como forma de seguimiento se previó el nombramiento de un representante por cada delegación para el monitoreo de las decisiones acordadas, reuniones periódicas y la renovación de la firma del documento cada 3 años.
Igual que gran parte de los convenios y acuerdos firmados a nivel bilateral, no se han cumplido las cláusulas convenidas para enfrentar, particularmente, el desbordamiento territorial de la señal, tanto de emisoras radiales y televisivas como de las compañías de telefonía móvil desde ambos países.
Siete años han pasado y el problema persiste.
En Ouanaminthe (Juana Méndez) comunidad haitiana próximo a Dajabon, este redactor ha hecho llamadas a través de Codetel en varias oportunidades. Allí muchos haitianos usan teléfonos e internet de Oorange, la cual, por Elías Pina, llega hasta la comunidad haitiana de Cachimán, y por Jimani hasta Fonds Parisien y Fonds Verettes. Mientras, en Anse-a-Pitres, ciudad fronteriza con Pedernales, llegando hasta Thiotte, comparte usuarios con Codetel.
En Haití se dice que la penetración de dichas compañías es más amplia que la de las empresas Digicel y Natcom en República Dominicana.
Respecto a las emisoras radiofónicas, según un estudio de la empresa haitiana de comunicaciones y relaciones públicas MediaCom, también, el problema es de mayor envergadura.
Tan solo para citar algunos casos, la Z-101 desde Santo Domingo llega hasta Ganthier, a 40 km de Puerto Príncipe. Igualmente, “Suspiro FM”, desde Barahona .La Voz de las Fuerzas Armadas llega a Cabo haitiano cuando la emisora Sans Souci FM termina su programación.
Todas las emisoras católicas de la región fronteriza penetran con fuerza en Haití, donde la más conocida es Radio Enriquillo, que emite desde Tamayo.
Radio Corazones desde San Juan de la Maguana llega hasta la meseta central, Hinche, Thomonde, Marmelade, Pignon y Puilboro.
En la región haitiana del Artibonito, más de 20 emisoras dominicanas son recibidas con claridad meridiana. Mientras, Telemicro, Digital 15 y CDN son captados en Anses a Pitre y Belladeres.
El estudio determinó que en la isla hay más interferencias dominicanas que haitianas por un asunto técnico-legal. Las leyes dominicanas en la materia permiten una potencia de trasmisión de hasta 100 kilos, mientras en Haití no hay una capacidad instalada de más de 3. Así, hay más provincias haitianas afectadas, por lo menos 6, en comparación a las 4 dominicanas que son las fronterizas.
Parte del problema pudiera originarse por los siguientes factores: la distribución de las frecuencias a nivel insular, la potencia de los transmisores, la localización de las antenas y el uso mayor de antenas omnidireccionales.
En este caso, desde algunas alturas montañosas se cubre parte del territorio vecino. Por igual, las emisoras fronterizas llegan a ambas partes, como sucede con Power FM, que emite en Ouanaminthe desde el complejo Codevi del santiagués Grupo M, cuya señal llega potentemente a Dajabon.
Hablar de una “invasión telecomunicacional” o de un supuesto “plan haitiano de transculturización” es un tremendismo nacionalista terrorífico.
Ya que debido a la globalización y las migraciones, desde la República Dominicana se envía y se recibe la señal de un sinnúmero de emisoras locales y extranjeras radiales y televisadas a través de los sistemas de cable.
Asimismo, tanto República Dominicana como Haití sufren interferencias de emisoras cubanas, puertorriqueñas, jamaiquinas y hasta de Miami. Lo cual se evidencia en las ciudades costeras de la isla. A lo inverso, otros países del área reciben las interferencias provocadas por nuestras emisoras.
Si se quiere viabilizar, sin chauvinismos, una solución a un problema a todas luces insular, hay que partir del memorándum, reactivando su contenido, sin tumbar el puente entre los dos pueblos que representa particularmente la radio. Dejemos de politizar lo que es puramente técnico.