Intensamente

Intensamente

Intensamente

Intensa, espontánea, controladora… La cantidad de adjetivos que me acompañan a lo largo de mi vida son muchos y casi siempre ciertos. Pero ¿les digo algo? Así es como soy.

Mis genes me transmitieron que debo vivir cada instante de la manera más intensa y profunda que pueda, porque todo, absolutamente todo, es efímero.

Pongo el alma en cada cosa que hago, me emociono con los retos que llegan y los asumo con total convencimiento de que al acabar habré reído, llorado, amado y mil emociones más que me hacen ser mejor persona.

Me he caído muchas veces y el golpe ha sido tan duro como el impulso que tomé para hacerlo, pero esos momentos tan malos los vivo con la misma entereza que los buenos y me enseñan que puedo permitirme equivocarme, estar triste, no ser perfecta y aun así vivir.

Siempre me acuerdo de alguien que me dijo que un corazón puede romperse y aun así seguir latiendo.

Me han dado de lleno los miedos más potentes, las inseguridades más devastadoras, he quedado sin aliento frente a críticas dañinas, frente a acciones que no he podido entender, pero aún con todo miro de frente y trato de quitarles el poder de afectarme.

Todo eso me ha forjado una capacidad para detectar a quienes no quiero en mi vida, a los que lastran mis ganas de disfrutar cada cosa y, por el contrario, me ha permitido conectar con esos seres llenos de luz, fuerza, esperanza y coraje con los que siento que puedo llegar a comerme el mundo. Porque nadie hace este camino solo, eso seguro.

He hecho locuras y he tenido que tirar la toalla para darme cuenta que debía buscar un plan B y elegir bien mis batallas. En fin, que vivo intensamente.
¿Y tú?