En los últimos meses, la inteligencia artificial se ha convertido en un tema recurrente de análisis y discusión. Esto, luego de que hayan sido puestas a disposición de los usuarios aplicaciones informáticas que permiten, entre otras cosas, crear imágenes, videos y hasta textos.
Esta tecnología es novedosa en el sentido de que cualquier persona, con un mínimo de conocimientos técnicos es capaz de producir contenido audiovisual artificial que, para la persona promedio, es muy difícil de diferenciar de contenidos reales.
De igual forma, es novedosa la creciente capacidad de estos programas para producir textos prácticamente indistinguibles de los escritos por un ser humano.
Esto crea problemas evidentes, y otros no tan evidentes. Los primeros pueden resumirse en que la industria de noticias falsas se fortalecerá, a menos que seamos capaces de crear mecanismos que permitan identificarlas con mayor rigurosidad.
El no tan evidente o, por lo menos, no tan directo, es el efecto que estas herramientas tendrán en el tejido social. Y es que, al margen de su capacidad para sustituir a los humanos en los sistemas productivos, estas inteligencias artificiales presentan retos relacionados con la convivencia.
Porque el daño que pueden hacer no se limita a la esfera pública, como ocurre cuando son usadas para crear noticias falsas.
De hecho, su uso en el ámbito privado puede ser mucho más disruptivo, en el mal sentido. Nuestras relaciones e interacciones personales son más importantes que las públicas, porque son las que sientan la base de estas. Y si no somos capaces ya de confiar en nuestro sentido de la vista y el oído, tampoco podremos hacerlo ya los unos en los otros.
Sobre todo, ante la perspectiva de que en algún momento -que aún se percibe lejano- esas inteligencias artificiales alcanzan algún nivel de autonomía.
No sé, como se plantean algunos, si las inteligencias artificiales representan una amenaza directa a las democracias. Lo que sí es cierto es que son un reto para nuestra capacidad de relacionarnos, y a eso debe prestársele atención.