Necesitamos un Instituto del Perro Dominicano para fomentar la crianza y reconocimiento de una raza puramente criolla. Para este “Canis familiaris domesticus”, como diría Linneo, propongo el nombre científico “Dómini caqui”.
La genial idea de crear por ley del Congreso un organismo oficial que se ocupe de este propósito concreto no necesita mucha justificación.
Daría empleo a decenas o cientos de compañeritos, tendría oficinas en varias provincias, organizaría la crianza de perros y quizás hasta logra autofinanciarse con algún impuestillo poco molestoso.
Además, está su significancia cultural, pues en todo el universo se sabe que el perro es el mejor amigo del hombre.
El INPEDO (hasta bonita sale su sigla) también ayudaría a ganar elecciones; quienes tienen perros son gente agradecida y de buen corazón.
Una nación de perros felices también conviene al turismo. Dada la lentitud de la ciencia genética, en lo que sale la raza nueva el instituto puede encargarse (provisionalmente claro) de todos los demás asuntos caninos del país (bastaría un ligero aumento de su presupuesto). Seremos admirados mundialmente.