SANTO DOMINGO.- El Observatorio Sismológico del Instituto Politécnico Loyola instaló un sismógrafo en Arroyo del Toro (Tamboril), a muy poca distancia de la Falla geológica Bajabonico, a fin de estudiar la vinculación de esta estructura activa, con los deslizamientos de terrenos que vienen llevándose a cabo desde hace varios años.
A propósito de los frecuentes sismos que se registran, aunque no se perciben con frecuencia, y el más reciente este domingo de 4.8 en Piedra Blanca Bonao, la institución recordó que, en febrero del 2009, el poblado de Carlos Díaz quedó sepultado por un alud de tierra.
Javier Rodríguez, director del Observatorios dijo que esa situación fue producto del corrimiento de una gruesa capa de sedimentos arcillosos muy fracturados que se desplazaron como consecuencia de la intensa cantidad de lluvia que cayó en esos días y sirvió de lubricante para ocasionar el gran deslizamiento.
Situaciones similares, aunque en menor escala, vienen sucediendo frecuentemente en el Poblado de La Cumbre de Puerto Plata, Los Amaceyes, en la carretera Moca a Jamao y otros lugares.
“Fruto de los registros del Observatorio Sismológico Loyola, financiado por FONDOCyT evidenciamos que esta franja de terreno de unos 3 kilómetros de ancho por unos 60 km de largo que va desde el noreste de San Víctor, provincia Espaillat hasta el norte de Altamira, provincia de Puerto Plata, son terrenos altamente vulnerables a los terremotos e intensas lluvias», informó la entidad.
Esa franja de terreno se encuentra entre las fallas activas Bajabonico y Rio Grande, ambas con frecuente sismicidad reportada por ese Observatorio, desde que iniciaron el monitoreo de la isla en 2013. Asimismo, entre ambas fallas afloran rocas sedimentarias de grano fino, compuestas por pequeñas capas intercaladas de arenisca y lutitas (arcillas) de la Formación La Toca, de unos 20 millones de años de edad. Esta misma formación es portadora de ámbar y sirve de sustento para mineros de la región.
Las rocas sedimentarias mencionadas, al estar fracturadas y ligeramente inclinadas hacia el suroeste, se impregnan fácilmente por el agua de las lluvias que caen en los firmes de la sierra que forma el parte-aguas de la cordillera Septentrional, se filtran a través de las rocas calizas que coronan estas serranías y brotan como manantiales, a través de grietas en diferentes lugares.
“Evidencias de esto, se pueden apreciar en los vestigios de Carlos Díaz, donde también aparenta haber indicios de licuefacción, proceso que se da cuando rocas porosas se ven saturadas de agua y diluyen su entorno, generando un efecto parecido a la arena movediza, que provoca hundimientos de terrenos y edificaciones civiles”, dijo Rodríguez.
Varios ejemplos de deslizamientos en la actualidad pueden ser fácilmente observados en la carretera de Los Amaceyes, donde grietas que cruzan la vía, continúan desplazándola y siguen abriendo fracturas en las edificaciones vecinas.