Escudriñar en la avalancha de noticias que se producen cada día en República Dominicana es una labor agotadora. En definitiva, sólo de esta manera se puede tener una idea de hacia dónde nos dirigimos, en cual dirección se encaminan nuestros esfuerzos y cuál debe ser nuestra conducta en un mundo tan difícil.
Por eso, en un escrito anterior, me referí a la perentoria necesidad de integrar un equipo de expertos criollos y extranjeros que estudien a fondo nuestra realidad social, económica, política, cultural, a fin de realizar un diagnóstico que nos permita formular iniciativas, orientadas a sentar bases inconmovibles hacia un mejor destino para el pueblo dominicano y la patria que nos vio nacer.
La situación, no es exclusiva de nuestro país sino del mundo, es en extremo compleja debido a la cantidad de variables que la integran. Somos una isla dividida en dos naciones con una historia de conflictos y problemas de toda índole.
Nuestra existencia está desbordada de situaciones de toda naturaleza. La eterna interrogante es cómo proceder en un contexto integrado por tantas variables.
Desde el 1961 hasta el momento, nuestra existencia ha sido más que complicada. A grandes rasgos se pueden diferenciar tendencias orientadas hacia el progreso y el desarrollo, dejar atrás las manifestaciones de atraso en todos los órdenes y avanzar hacia el logro de las más elevadas aspiraciones colectivas centradas en la necesidad de refundar un país con instituciones sólidas que sirvan de estímulo a dichos anhelos.
Representan una mayoría quienes coinciden en la necesidad de modernizar el país y sus instituciones y rescatar amplios sectores inmersos en la marginación y el abandono.
Sería distorsionar la verdad manifestar que el país no logró avances cuantificables en los gobiernos del doctor Joaquín Balaguer, y, en menor medida, en los del doctor Leonel Fernández y el licenciado Danilo Medina.
Considero que muchos avances de singular trascendencia experimentados por el país en los últimos años y con el menor grado de contaminación posible se han producido en el gobierno de Luis Abinader.
Los dominicanos sólo tienen un norte, que es institucionalizar el país e impedir que las peores tendencias se apoderen del Estado y detengan este esfuerzo nacional por crear la patria con la que soñaron Duarte y los trinitarios.