Según la leyenda, se le atribuye a Albert Einstein la frase “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, dicho de otra manera, locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.
Esto a propósito del llamado gasto social, aquella partida del presupuesto que el Estado destina a satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos, que incluye la alimentación, salud, educación, justicia, vivienda y previsión social.
Tenemos, por ejemplo, la salud, donde se despliegan enormes esfuerzos para al menos contener la propagación del Covid-19. Vale la pena preguntarse si ya no es tiempo de llevar el toque de queda hasta por lo menos las 9 p.m., de lunes a domingo, ambos incluidos, y con ello contribuir a las posibilidades de permitir la economía seguir buscando su recuperación.
Otro caso es el de la educación, para lo cual también se procuran soluciones ajustadas a las realidades sanitarias. Sin embargo, el concepto de educación a distancia y virtual, parcial o completa, requiere de enormes inversiones en tecnología, tanto para el docente como para el estudiante.
Además, un factor crítico de carácter técnico es la capacidad de ancho de banda de Internet disponible en todo el país. Para ello se hace necesario procurar y facilitar los equipos y los programas pedagógicos que sean indispensables, en adición a un acceso nacional gratuito del Wifi, en la cuantía y capacidades necesarias, sea cual sea el esfuerzo público requerido para ello.
Por último, tenemos la previsión social, en la cual hay que tener planes para liberar a la nueva casta social de dependientes económicos del Estado, procurando que las ayudas terminen con la gratuidad y que a cambio de ellas se realicen labores productivas, o al menos más exigencias para aquellos que gozan del simple hecho de ser afines políticos.
Si no innovamos en las gestiones del gasto social, lejos de constituir un factor de igualdad social, podrían contribuir en el aumento de la brecha entre los que tienen y los que les falta.